En 1995 se cumplió el primer centenario del Primer Libro Venezolano de Literatura, Ciencias y Bellas Artes. Como en todo libro fundamental, éste guarda una historia que le antecede y que le continúa. En estas páginas se la organiza. Por esa razón, se presentan las tres etapas que dan cuenta de ese proceso. En primer lugar, la reconstrucción de las circunstancias que sirvieron de génesis para su preparación. En segundo lugar, la fase de elaboración del mismo. En tercer lugar, la recepción que tuvo el que, a juicio de muchos, constituye uno de los esfuerzos editoriales más encomiables de los que se produjeron en Venezuela durante la pasada centuria. PALABRAS CLAVE
Primer Libro Venezolano, positivismo, siglo XIX, Jesús María Herrera Irigoyen, Julio Calcaño, Eloy G. González. ABSTRACT In 1995 it was completed the first centennial of the First Venezuelan Book of Literature, Sciences and Fine Arts. As in all fundamental book, this one holds a historic precedent and a historic continuance. In these pages this concept is organized; because of these reason, the three stages that sum up this process are shown here in detail. First, the re-enactment of the circumstances which served as genesis of the project. Second, the elaboration stage of the project itself. Third, the warm reception with which it was welcomed that, according to many, constitutes one of the most appreciable editorial efforts that has been produced in Venezuela during the last decade. KEYWORDS First Venezuelan Book, Positivism, XIX century, Jesus María Herrera Irigoyen, Julio Calcaño, Eloy G. González. 1. UN CENTENARIO Y UN OLVIDO
Para la edición de El Cojo Ilustrado correspondiente al 1 de enero de 1896, su director-fundador, Jesús María Herrera Irigoyen, concibió la idea de regalar a sus lectores con un impreso cuyo rasgo definidor podría ser conceptuado de exquisita elegancia. El propósito manifiesto era la celebración del cuarto aniversario de la revista. Ese número reprodujo, en tamaño reducido, los manuscritos que los colaboradores nacionales del quincenario enviaron por expresa solicitud de la dirección. Los cuidados, finos y elegantes trazos caligráficos iban acompañados de una pequeña fotografía del autor, inserta en el ángulo superior izquierdo del recuadro. El resultado que obtuvo Herrero Irigoyen fue una realización material tan inobjetablemente lograda que recibió los más prodigados elogios por parte de la prensa caraqueña de aquel entonces. En total sumaron trescientos diecisiete autógrafos, que representan la opinión sobre cultura y literatura de los nombres más selectos que nutrían la vida intelectual venezolana de finales de siglo. De todas las colaboraciones que fueron enviadas a Herrera Irigoyen, quiero recuperar en este momento la que lleva la firma de César Zumeta, porque viene a propósito para esta ocasión. Una parte del manuscrito de Zumeta dice así:
El Cojo Ilustrado pasa hoy revista á la legión de los llamados; la posteridad la pasará un día al grupo de los elegidos: y dijérase que de entre la brillante desfilada de tantas esperanzas y de tanta noble ambición se oye surgir el clamor del antiguo circo: ¡Oh, Tiempo! los que van á ser olvidados, te saludan (p. 73) (2)
1.1. En 1995 se cumplió el centenario del Primer Libro Venezolano de Literatura, Ciencias y Bellas Artes y tal parece que en ésta, como en otras oportunidades, se irguiera amenazante el terrible clamor que sobrecogía la esperanza de Zumeta. Y sostengo lo dicho porque para quienes esperábamos los actos, homenajes y/o recordatorios que se acostumbra prodigar en estos casos, fue ingrata la experiencia de advertir el silencio tan denso --así como inexplicable-- que rodeó esa fecha aniversaria. Ante ese desalentador panorama, quise colocarme al margen de tanta pasividad silente. Es decir, me propuse ejecutar el gesto decidido de quienes, como en el antiguo circo romano, oficiaban el saludo de respeto y reconocimiento.
El primer asunto a dirimir surgió de inmediato: el enfoque que debía caracterizar mi propuesta, ¿Optaba por inscribir mi intento en el grupo de los discursos encomiásticos de ocasión, cargados de frases y adjetivos altisonantes?, ¿favorecía el elogio sin cortapisas o, más bien, privilegiaba otro tipo de intento? Esta última salida me pareció la apropiada. Convencida de la legitimidad de esta orientación, en estas páginas quiero actualizar el sentido que, entiendo, debe servir de soporte a una reflexión que nace como acto recordatorio: estudiar la figura o, como en este caso, el discurso objeto de homenaje en su significación histórica.
Para cumplir con ese objetivo, intento canalizar este propósito en tres etapas bien determinadas: la reconstrucción de las circunstancias que alimentaron el proyecto, la fase de preparación del mismo y, finalmente, la recepción que tuvo el que, a juicio de muchos, constituye uno de los esfuerzos editoriales más encomiables de los que se produjeron en Venezuela durante la pasada centuria. 2. MÚLTIPLES REQUISITORIAS CONTRA EL SECRETARIO PERPETUO DE LA ACADEMIA VENEZOLANA DE LA LENGUA
En lo que se refiere al primer propósito: reconstruir las circunstancias que contribuyeron a concebir el proyecto, conviene recordar que, efectivamente, el Primer Libro Venezolano de Literatura, Ciencias y Bellas Artes tuvo unos antecedentes muy puntuales, que bien merece la pena se les recupere en este instante. Hasta donde alcanza mi información, esos antecedentes no han sido reconstruidos satisfactoriamente por nuestra historiografía cultural y literaria. Por tal motivo, me parece que resulta una justificación adecuada para un intento como éste que, concebido como homenaje, nos va a permitir adentramos en esa infrahistoria.
2.1. Sucede que el año anterior a la publicación de esta obra --en febrero de 1894 para ser exacta-- el narrador, poeta, gramático, crítico e historiador literario, Julio Calcaño, había publicado en el Diario de Caracas el trabajo que tituló "Estado actual de la literatura venezolana". En ese discurso quiso atender la solicitud que le formulara F. de la Fuente Ruiz, editor del Repertorio de Literatura Hispano-Americana (de España), de elaborar una "reseña del movimiento literario de Venezuela en los presentes días". Esas eran las palabras introductorias del texto que apareció en ocho entregas (3), entre el martes 20 y el miércoles 28 del citado mes, ambos inclusive.
Las reacciones a que dio lugar el escrito de Calcaño se produjeron de forma casi inmediata. Los conceptos emitidos por éste levantaron una polvareda donde se dijeron y se cruzaron muchas opiniones. Las páginas periódicas de ese año --sobre todo las de El Republicano, El Tiempo y, desde luego, el Diario de Caracas-- se convirtieron en el canal privilegiado a través del cual se dispararon los más feroces dardos contra el autor de la citada reseña. Se argumentaba que la posición de Calcaño era inaceptable vista su actitud marcadamente parcial en algunos casos, e injustificadamente censora en otros. Se decía que aplicaba un criterio de inclusión y exclusión de nombres francamente divorciado de los hechos concretos. En fin, se manifestaban muchos desacuerdos con la mayoría de las opiniones allí expresadas. No cabe duda que entre el cúmulo de protestas que se juntaron en contra del ilustre Secretario Perpetuo de la Academia Venezolana de la Lengua, las que alcanzaron mayor virulencia fueron las publicadas desde el diario El Republicano de Luis R. Guzmán y Antonio Valero Lara (4). Sin lugar a dudas, un inusual protagonista llevó la voz cantante en este enfrentamiento contra Calcaño: el veinteañero Eloy Guillermo González (1873-1950). De hecho, le correspondió a este joven escritor abrir la contienda a partir del mes de marzo --pocos días después de conocerse públicamente el resumen citado-- desde las páginas del referido diario. Fue una larga cadena de artículos, notas y opiniones que me parece necesario reseñar en este momento porque, en su mayoría, son desconocidos por el lector actual; no obstante, me voy a excusar de comentar esos discursos en beneficio de la brevedad.
La primera entrega, salida de la prolífica mano de Eloy G. González, fue "La actual literatura venezolana", texto aparecido el 12 de marzo y completado en las ediciones del diario del 13 y 15 del mismo mes. No obstante, debo señalar que él no fue el único en oponerse al académico. Al día siguiente (el 16) la mencionada publicación incluye otro escrito, esta vez sin firma, titulado "Literatura venezolana", cuyo autor no puede ser otro que el Director y Redactor del diario, Luis R. Guzmán, porque un comentario del escrito compromete definitivamente la responsabilidad de la redacción de El Republicano. Lo dicho se aprecia cuando, en determinado momento, se le dice al lector lo siguiente: Pues bien: ahora se han acercado a ésta redacción varios literatos, á instarnos á que provoquemos una reunión de escritores, con el objeto no de refutar al señor Calcaño, sino de escribir al señor de la Fuente Ruiz editor de la Revista ya citada, una carta firmada por muchos, en que se llenen las omisiones del Secretario perpetuo, se rectifiquen algunos juicios erróneos, se muestre mejor parado nuestro estado literario y la honra patria en el lugar de donde nunca debió bajada quien tenía la responsabilidad y el deber de acatarla.
De manera, pues, estamos comprobando que la reacción individual de E.G. González, muy pronto, comenzaba a adquirir las características de un movimiento de proporciones mayores. Ello explica la significativa lista de interlocutores, probablemente no deseados por Calcaño, que se sintieron llamados a valorar lo que éste había escrito. Durante el mes de marzo es obligación, como ya he asomado, mencionar recurrentemente el nombre de Eloy González. En efecto, lo vamos a seguir encontrando muchas veces después del 12 de marzo. En la edición del 19 de ese mes se inserta su próxima reflexión, la que titula "Los recusados de Julio Calcaño". En cierto momento el autor hace el comentario que sigue: "Esos jóvenes tan desdeñados por el señor Calcaño (...) nos proponemos inaugurar el SALON LITERARIO con los que ha recusado el señor Calcaño en la causa de las letras patrias". El 21 de marzo, decide ampliar el título que había utilizado para su artículo anterior ("Los recusados de Julio Calcaño"), como una manera de anunciar su intención de llenar los "vacíos" dejados por el académico. El enunciado que encontramos ahora es, pues, más puntual, "Los recusados del señor Calcaño. Luis López Méndez". El 28 da a conocer "Los recusados del señor Calcaño. Doctor Lisandro Alvarado". El día 26 del mismo mes los lectores de El Republicano encuentran una "Reivindicación del verdadero estado de las letras patrias", que aparece bajo la responsabilidad del Redactor. La idea central que propone Luis R. Guzmán se formula de esta manera:
Con el objeto de organizar los trabajos relativos á la reivindicación de los fueros de la literatura nacional, el Redactor de El Republicano invita para una reunión general pasado mañana miércoles, á las cuatro y media de la tarde, en la oficina del periódico.
Entre otros propósitos, la reunión tenía por objeto llevar a cabo el nombramiento de la Junta Directiva (5) que se responsabilizaría de ese trabajo de coordinación, al tiempo que buscaba: "Designar los escritores que han de tratar especialmente las diferentes materias de nuestra literatura" (6). Como se advierte, la iniciativa original que tuvo Eloy G. González de inaugurar un Salón Literario adquiría una dimensión más amplia en la propuesta del Redactor de El Republicano.
Es evidente que la idea de asociarse surge al mismo tiempo como proyecto de dos generaciones. La primera, la de los bisoños, los estudiantes de la Universidad, al frente de los cuales fulgura la pluma de Eloy Guillermo González. La segunda, la de los intelectuales en la medianía de edad (alrededor de los 40 y 50 años), en su mayor parte graduados universitarios (Adolfo Frydensberg era doctor en medicina; Alejandro Urbaneja, doctor en Ciencias Políticas; Rafael Fernando Seijas y Nicomedes Zuloaga, doctores en derecho civil, etc.) o, cuando menos, en el ejercicio de alguna profesión (como el director de El Republicano y Carlos Pumar, cada uno al frente de un periódico; Eugenio Méndez y Mendoza, o Pedro Manrique, fundador de la Escuela de la Verdad). Son estos últimos los que, en definitiva, organizan el trabajo colectivo y los que tomarán las riendas en la etapa de elaboración del libro cuyo centenario invoco.
2.2. En esa idea espontánea, sin contornos definidos, se encuentra el origen de la Asociación Venezolana de Literatura, Ciencias y Bellas Artes. La idea surgida de una mente juvenil como una manera de paliar las limitaciones de un trabajo de reflexión histórica-literaria, es retomada y cargada de un sentido...
En:
http://www.accessmylibrary.com/coms2/summary_0286-32220916_ITM
Nota: Varias obras de Eloy Guillermo González Padilla están en la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos de América:
http://www.loc.gov/fedsearch/index.tkl?PHPSESSID=0245fa3ce77e1d02fbc55b35cd64e739&cclquery=Eloy+G+Gonzalez&targets%5B%5D=catalog&targets%5B%5D=recommend&Search=Search(5) (1) LA DEL SOTO DEL PARRAL. CORO: RONDO DE ENAMORADOS
Mozas. (dentro) La, la, la, la, la, la.
Al fin de la faena busco a mi mozo
que quiero la alegría más que el reposo;
porque en amores, madre, piensan las mozas,
que en horas de descanso
no se reposa, no se reposa. (saliendo)
¿Dónde estarán nuestro mozos,
que a la cita no quieren venir,
cuando nunca a este sitio faltaron
y se desvelaron por estar aquí?
Si es que me engaña el ingrato,
y celosa me quiere poner,
no me llevo por él un mal rato,
ni le lloro, ni le imploro,
ni me importa perder su querer.
Mozos. (saliendo sin ser vistos
y enlazándolas por el talle)
Ya estoy aquí, no te amohínes, mujer,
que has de tener fe ciega en mí.
Te quiero, mi moza garrida,
segoviana de mi vida; sin ti no sé vivir.
Mozas. No he de dudar cuando te cases, mi amor;
me ha de curar la bendición.
¡Ay, mozo!,
soltera no hay reposo;
el día que nos casemos
se acaba mi desazón.
Mozos. Tiempo nos queda, zagala,
de poder en la boda pensar;
disfrutemos la vida de mozos,
que para amarrarnos
siempre habrá lugar.
Mozas. Siempre me dices lo mismo:
tus consejos no quiero escuchar
porque sabes decir muchas cosas,
cariñosas, engañosas,
pero nunca te quieres casar.
Mozos. Dudas de mí y no debieras dudar,
que yo por ti sabré luchar.
No miento.
Mozas. Mi mozo garrido,
segoviano presumido,
que no me has de engañar.
Mozos. Me casaré cuando tú quieras, mujer,
tuyo será todo mi amor.
Todos. Bien mío, en tu querer confío;
muy pronto será mi casa
un nido para los dos.
Mozas. No me engañes, embustero,
porque es desamor engañar.
Mozos. No te engaño, recelosa,
que te sé querer
.Todos. ... de verdad.
(hacen mutis por parejas)
En: http://www.zarzuela.net/text/tex_016.htm(6) Parte del monólogo que presenté en una de las tantas veladas:
Gracias, pero vuelve al coche.
Ya mañana me verás
(Cerraba la puerta y caminaba hacia la mesa)
¿Que me han traído?
Unas flores.
(Abría el sobre)
Y una cuenta.
Es cuenta de la modista.
Cuarenta duros es poco.
¡Ya los pagará
el viejo capitalista!
(7) HIMNO DE LAS AMERICAS. Letra y música de R. Sciamarella Un canto de amistad, de buena vecindad, unidos nos tendrá eternamente. Por nuestra libertad, por nuestra lealtad, debemos de vivir gloriosamente. Un símbolo de paz, alumbrará el vivir de todo el Continente Americano. Fuerza de Optimismo, fuerza de la hermandad será este canto de buena vecindad. Argentina, Brasil y Bolivia, Colombia, Chile y Ecuador, Uruguay, Paraguay, Venezuela, Guatemala y El Salvador, Costa Rica, Haití y Nicaragua, Honduras y Panamá, Norteamérica, México y PERU!!!!! Cuba y Canadá: Son hermanos soberanos de la libertad!
Son hermanos soberanos de la libertad!
En: http://www.wamachuko.com/himnos.htmPuedes ver el video del Himno de las Américas, interpretado por Luis Alberto del Paraná en:
http://www.youtube.com/watch?v=V5VzWNV24ho&feature=relatedY aquí también:
http://www.youtube.com/watch?v=cNzpt_k3zTk&feature=related