domingo, 12 de julio de 2009

COLUMBA MÉNDEZ

María de Jesús Romero de Matute

Columba Méndez fue una dama tinaquera de alta estirpe, hermana de doña Lucía Méndez de Sosa y de Lastenia Méndez de González; tuvo otros hermanos a quienes no conocí. Su papá fue el doctor Manuel Méndez, farmaceuta. Mi esposo, Luis Manuel, se crió con la familia Méndez; su mamá, doña María, al cumplir nueve años, llevó a Luis Manuel casa de los Méndez para que el doctor Manuel lo empleara en su farmacia.
Doña Lucía se casó con don Bernardo Sosa y fueron padres de Clotilde, Lastenia, Ñeñé, Francisco (Paco) y La Titina. Dicen que Clotilde fue Miss Cojedes en los años 30. Don Bernardo era hermano de monseñor Sixto Sosa (1), primer obispo de Cumaná, quien fue uno de los fundadores, junto con la Beata Hermana Candelaria (1) de San José, de la Congregación de Hermanas Carmelitas (2), a principios del siglo XX. Doña Lastenia Méndez de González se casó con don Eugenio Mariano González Padilla y fueron padres de Eugenio Mariano (Marianito) y Felipe, amigos de mi esposo Luis Manuel. Don Eugenio Mariano era hermano de Eloy Guillermo González Padilla (3 y 4), quien fue escritor e ingeniero. Muchas instituciones educativas en el país llevan como epónimo el nombre de este ilustre tinaquero. En San Carlos está el Liceo Eloy G. González.
Conocí a Columba en San Carlos en el año de 1942, cuando llegué de El Potrero para desempeñarme como profesora de la Escuela de Labores Femeninas, de la cual ya era directora. Recuerdo que yo tenía diecinueve años.
Columba se casó con Francisco Lerzundy, comerciante de Lagunitas; luego de años de matrimonio se divorciaron y él se casó nuevamente con la maestra Rosa Elena Pérez Quiñónez, directora del Colegio Miguel Palao Rico. La escuela de labores estaba situada en la calle Alegría, entre Miranda y Figueredo. Luego de vivir Columba, la ocupó la familia Morrinson.
Columba vivía solita en ese caserón de la escuela de labores que, como todas las casas de la época, constaba de un anteportón o zaguán, una puerta de madera, un corredor en forma de ele, dos habitaciones que daban hacia la calle con grandes ventanas. A la mano derecha, luego del corredor, el comedor; finalmente la cocina. A la mano izquierda, al lado del corredor dos habitaciones más. Un jardín en el centro lleno de malangas y capachos. Por supuesto, el patio de atrás con una inmensa mata de mango, otra de lechosa y las hierbas de siempre. El escusado al final del patio, a la derecha.
Los muchachos le decían Columbita, porque era menudita y delgadita pero de intenso carácter. Era una mujer muy culta y educada. Rosarito de Sanoja le enviaba la cena todos los días y ésta desaparecía porque los muchachos se la comían. Ya estaba divorciada de Francisco Lerzundy. Columba no tuvo hijos. Y tocaba muy bien el piano.
Ese año de 1942 quisimos hacer una velada para el día de la Inmaculada Concepción. Pero en el desarrollo de los ensayos, el director de la Cruz Roja solicitó que la velada fuese para recabar fondos que pudieran ser utilizados en la compra de la lámpara del quirófano. Presentamos el Coro Rondo de Enamorados de la zarzuela La del soto del parral (5). Fue el padre Palao quien nos sugirió montarla. El padre Palao tocaba órgano y piano, y se echaba su palito de ron antes del ensayo: “sólo dos deditos de ron”, decía el padre, pero entre el meñique y el índice. Y acompañaba a Columba en los ensayos diciéndonos cómo debíamos bailar y mover nuestras faldas, bailando y agitando su sotana. Yo me encargué del vestuario de todos los actores y canté en el grupo de las mozas. También presenté un monólogo (6).
Luego presentamos veladas en Tinaco y Tinaquillo. Alguien sugirió que debíamos viajar a Valencia a presentar la velada, pero nos dio un poco de temor y no lo hicimos, pues sabíamos que el público valenciano era muy exigente y temíamos que no les gustara.
La compañía duró cuatro años, hasta que me casé.
En los años sesenta, Columba nuevamente presentó una velada con varios números, entre ellos La del soto del parral. Otro de los números fue el Himno de las Américas (7), interpretando nuestra queridísima Gloria Torres Rodríguez a la Libertad con un vestido blanco precioso, estilo griego y portando una antorcha. Hasta efectos especiales se produjeron en esa velada. Gloria Torres se casó con el sub-teniente de la guardia nacional Régulo Andrade Román (quien llegó a general)con quien tuvo varios hijos. Es la madre de la periodista Claudia Andrade Torres y hermana de Emma (+), Luis (Chicho) (+), Ninina (+), y Maximiliano (Papan) (+).
Columba fue una mujer adelantada a su tiempo, sensible, apasionada, amante de las artes escénicas y precursora del teatro en Cojedes. Espero que algún día el pueblo de San Carlos o el pueblo de Tinaco reconozca las virtudes de esta hermosa dama y una calle, un colegio, una plaza o el grupo de teatro del Estado lleve su nombre.

(1) Susana Paz Castillo Ramírez, en religión Madre Candelaria de San José, nació en Altagracia de Orituco (Estado Guárico) el 11 de agosto de 1863; hija legítima de Francisco de Paula Paz Castillo y María del Rosario Ramírez. Su padre era un hombre recto y honrado, de gran corazón y profundamente cristiano, gozaba del aprecio y estima de todos los habitantes, poseía conocimientos de medicina naturista y los empleaba para ayudar a mucha gente que solicitaba sus servicios.
Su madre era una persona piadosa, trabajadora y honrada. Tanto ella como Don Francisco brindaron a sus hijos una educación tan esmerada como lo permitían las circunstancias de su tiempo. En el aspecto cristiano fue óptima, le infundieron el ejemplo y la palabra, la solidaridad y la responsabilidad en las prácticas de la fe cristiana y valores humanos. En el aspecto intelectual muy poco le podían brindar. Aprendió a leer, escribir y toda clase de corte y confección especialmente bordados. Su padre muere un 23 de noviembre de 1870, cuando Susana contaba con 7 años. Su madre muere el 24 de diciembre de 1887 cuando Susana tenía 24 años y asume las responsabilidades de diligente ama de casa; a la vez que se encarga de practicar la caridad con los enfermos y heridos que recogía y cuidaba en una casa semi-abandonada, adjunta a la Iglesia Parroquial. En 1903, con la llegada del Padre Sixto Sosa y asesorado con algunos médicos de la localidad, deciden la creación de un hospital y proponen a Susana como directora del mismo.
En el Hospital "San Antonio" se recluye para cuidar de los enfermos, junto con otras jóvenes que la acompañan, todas con el deseo de abrazar la vida religiosa. El 13 de septiembre de 1906, con autorización del Obispo diocesano, viste el hábito de las Hermanitas de los Pobres y Susana cambia su nombre por el de Candelaria de San José. El 31 de diciembre de 1910, nace oficialmente la Congregación con la profesión de las primeras seis hermanas, en manos de Mons. Felipe Neri Sendrea, quien confirma a Madre Candelaria como Superiora General de la Congregación. En diciembre de 1916 emitió sus votos perpetuos en manos del Padre Fundador, en Ciudad Bolívar. Madre Candelaria era una religiosa de carácter afable, recogida, de baja y modesta mirada; siempre dejaba suavidad en cuantos la escuchaban cuando departía su cordial y amena conversación.
Dos cosas llamaban poderosamente la atención en ella: su profunda humildad y su inagotable caridad. Tenía una gran sensibilidad ante la desgracia ajena, no tenía un "no" para nadie, sobre todo cuando se trataba de los enfermos pobres y abandonados. Otra característica de su entrega era la alegría; todo lo hacía con amor y una confianza sin límites en la Divina Providencia. Sus grandes amores fueron Jesús Crucificado y la Santísima Virgen. Recorrió muchos kilómetros en busca de recursos para el sostenimiento de sus obras; y fundando nuevas Comunidades que respondieran a las necesidades del momento. Gobernó la Congregación durante 35 años desde su fundación hasta el Capítulo General de 1937, en el que la sucede en el cargo la Madre Luisa Teresa Morao. Fueron 22 años como Hermanitas de los Pobres de Altagracia y 12 años como Carmelitas.
Los últimos años de Madre Candelaria fueron marcados por el dolor de la enfermedad, no obstante, después de dejar el cargo de Superiora General, acepta seguir prestando sus servicios a la Congregación como Maestra de Novicias
Ella tiene plena conciencia de su enfermedad, pero con increíble paciencia soporta los dolores y da pruebas de conformidad con la voluntad de Dios. Pedía al Señor poder morir con el nombre de Jesús en los labios, y así fue. En la madrugada del 31 de enero de 1940 le dio un vómito de sangre, y ella, pronunciando por tres veces el nombre de Jesús, entregó su alma al Creador. Su causa de Beatificación ha sido introducida en Roma para la Causa de los Santos.
Monseñor Sixto Sosa Díaz nació en Tinaco, Estado Cojedes el 20 de Octubre de 1870.
Estudió sus primeras letras en su ciudad natal y en 1881 fue llevado a Trinidad para culminar sus estudios.En 1887 ingresa al ""Seminario Josefino de Calabozo"". Fue ordenado sacerdote el 22 de Diciembre de 1894 en la Catedral de Calabozo.
El 17 de Febrero de 1903 llega a Altagracia de Orituco en calidad de párroco y emprende allí una fecunda labor que cautiva la atención de sus superiores.En Mayo de 1914 fue nombrado Administrador Apostólico de Guayana y consagrado Obispo de Titular de Claudiópolis el 31 de Octubre de 1915 y en 1923 toma posesión de la nueva Diócesis de Cumaná, diócesis que regirá durante 20 años hasta su muerte acaecida en Caracas el 29 de Mayo de 1943.Fue Monseñor Sixto Sosa un auténtico hijo de los llanos venezolanos, de contextura recia, temple firme y rostro sonreído. Era austero y con ánimo emprendedor que le hacía apto para la ardua misión que le confió la Providencia. Era un ""hombre de Dios"". Todo lo refería a Dios, quien era inspirador o móvil último de sus actos.
Sus trabajos apostólicos, tanto en Altagracia como después en la dilatada diócesis de Guayana, son un testimonio vivo de su total entrega al servicio de Dios y en bien de los demás. Fue el amor hacia los demás que le impulsó a promover tantas obras en bien de la humanidad: hospitales, ancianatos, colegios y, para asegurar la continuidad de estas obras, fundó la Congregación. Las obras que promovió y en las que invirtió sus haberes, hablan de su profunda caridad encarnada en las necesidades del medio en que le tocó vivir.

(2) La Congregación de Hermanas Carmelitas de Madre Candelaria nace al sur de la Cordillera de la Costa, en la ciudad de Altagracia de Orituco, Estado Guárico, en el año de 1903, para dar respuesta a las múltiples necesidades de la sufrida Venezuela agraria, desasistida de los centros de poder; abandonada a su suerte y donde todo era precario: servicios, comunicaciones, comercio, etc.
A esto se une la Guerra Libertadora (lucha interna entre caudillos por el poder) que va dejando un sin número de enfermos y heridos.
Susana Paz Castillo, joven gracitana de profundos valores cristianos se siente interpelada por esta situación y comienza a prestar sus servicios de asistencia a estos pobres abandonados.
El Padre Sixto Sosa, joven y entusiasta sacerdote es nombrado párroco de esa localidad. Con él se inicia una nueva etapa en la historia de Altagracia de Orituco y se gestan los comienzos de la Congregación.
El nuevo párroco inicia un trabajo solidario de acción social. Se crea una Junta, de la cual forman parte algunos médicos de la localidad, el Padre Sixto Sosa y otros colaboradores.
Surgió la idea de crear un hospital y como responsable de dicha obra queda Susana Paz Castillo. A ella se unieron otras jóvenes que más tarde se incorporaron a la naciente Congregación. Con la inauguración de este hospital “San Antonio”, nace definitivamente la Congregación, que con la valentía y coraje que animaban al P. Sixto Sosa y a Susana, van emprendiendo esta obra que se extiende por varios estados del Oriente del país.
Años más tarde, ante la incertidumbre existente por parte del obispo de Calabozo de que la Congregación pudiese funcionar como Instituto Religioso con su debida aprobación canónica, se gestionó la Agregación a la Orden del Carmen.
En el año 1922, llegan a la Isla de Margarita los Padres Carmelitas y éstos, por petición de la Madre Candelaria, se interesan en la formación y animación de las Hermanas; hecho este que fortalece el deseo de las Hermanas de ser Carmelitas. El Padre Elías Sendra inicia las comunicaciones de solicitud con el Padre General de la Orden del Carmen y éste concede el decreto de agregación el 25 de marzo de 1925.
En el siguiente enlace se obtiene más información sobre la Beata Hermana Candelaria de San José:
http://madrecandelariadesanjose.blogspot.com/


(3) ELOY GUILLERMO GONZALEZ PADILLA

Tinaco, estado Cojedes (25/06/1873)
Caracas 17/07/1950

Escritor, ingeniero, periodista, pedagogo, historiador y político. Fueron sus padres el general Eugenio Mariano González y Ramona Padilla. Realizó estudios de primaria en el colegio Bolívar de Tinaco, y en la Escuela Federal que dirigía en la esquina El Hoyo, en Caracas, Gaspar González. En Valencia, frecuentó las aulas del colegio Carabobo, donde cursó el bachillerato; en esta ciudad, se inicia en 2 actividades que cultivó a lo largo de su existencia: el periodismo y la pedagogía. En este sentido, colabora en la prensa local y funda en 1889, junto con Rafael Tovar, El Estudiante, en cuyas páginas publica sus primeros trabajos; y dicta clases en el propio colegio Carabobo, a los alumnos de cursos inferiores, lo mismo que en el colegio Ramírez. Concluidos sus estudios de secundaria, se traslada a Caracas, donde emprende su formación universitaria, obteniendo en 1894 el título de ingeniero civil, profesión que prácticamente no ejerció. En 1891, había publicado su primer libro, Estudios; en 1892, ingresa en el cuerpo docente de la Escuela Politécnica, dirigida en ese entonces por Luis Espelozín. En ella regentó la cátedra de Historia Universal y de Historia de Venezuela.
Gracias a Arístides Rojas, se convirtió en colaborador del diario La Opinión Nacional. En 1894 polemiza sobre literatura venezolana con el académico Julio Calcaño, al asumir la defensa de jóvenes literatos, como José Gil Fortoul, Lisandro Alvarado y Luis López Méndez, a quienes considera injustamente tratados por Calcaño; sus artículos se publican en las columnas de El Republicano, diario político que dirigía y redactaba el periodista Luis Ramón Guzmán; esta polémica dio fama a su nombre y le abrió las puertas de la revista El Cojo Ilustrado, de la cual llegó a ser asiduo colaborador y uno de sus redactores. En 1895, fue nombrado secretario del Centro Científico-Literario de Caracas, lugar donde comparte responsabilidades con Manuel Revenga, Alberto Smith, Nicomedes Zuloaga, César Zumeta, Andrés Mata, Pedro Emilio Coll y otros. En los inicios de 1896, viaja hacia las naciones meridionales, investido con el cargo de secretario de la Legación venezolana en Brasil y luego como correo de gabinete en los gobiernos del sur. En 1897, regresa al país y le trae al presidente Joaquín Crespo, un contrato para surtir de ganado en pie a los estados del norte de Brasil. Luego de esto vuelve a su labor periodística y es nombrado director de Telégrafos del Ministerio de Fomento, empleo que dejó de ocupar tras la muerte del general Crespo en el combate de La Mata Carmelera (1898).
En septiembre de 1898, entabló amistad con el general Cipriano Castro quien había venido de los Andes a entrevistarse con el presidente Ignacio Andrade; Castro lo puso en conocimiento de sus intenciones revolucionarias y lo invitó para que le prestase apoyo, mediante contactos con la gente de Cojedes predispuesta a la guerra. En este sentido, González viajó a su tierra natal y reunió voluntarios que pronto se sumarán al ejército invasor. Triunfante la Revolución Restauradora (octubre de 1899), González es llamado a ocupar la Secretaría general de la Presidencia de la República. A González se le atribuye la redacción de la proclama del 9 de diciembre de 1902, emitida con motivo de la agresión de la armada anglo-alemana contra el puerto de La Guaira y que empieza con la célebre frase: “... La planta insolente del extranjero ha profanado el sagrado suelo de la patria...” En 1905, ingresa al cuerpo docente de la Universidad Central de Venezuela, donde regenta la cátedra de Anales Patrios. Ocho de estas lecciones son publicadas, en 1907, en los Anales de dicha institución. Su vasta producción literaria se encuentra en diversos periódicos y revistas: El Constitucional, Atenas, Venezuela Contemporánea, Actualidades, El Nuevo Diario, Cultura Venezolana, Sagitario, Élite, Billiken, Arte y Labor, El Heraldo, La Esfera, El Universal, etc. Fue senador por el estado Cojedes (1929). Su trayectoria de educador abarcó más de 50 años, Cuando fue jubilado en 1941, regentaba la cátedra de Historia y Geografía de Venezuela (2° año) en el Instituto Pedagógico de Caracas, y la de Historia Interpretativa Documental de Venezuela, en la Escuela Normal. Su preocupación educativa y su vocación de historiador están igualmente presentes en su libro Instrucción Cívica y en los 3 tomos de su Historia de Venezuela. Fue individuo de número de la Academia Nacional de la Historia (16.5.1909) y de la Academia Venezolana de la Lengua (16.11.1932).
En: http://www.venezuelatuya.com/biografias/eloy_guillermo_gonzalez.htm
(4) En el centenario del Primer Libro Venezolano de Literatura, Ciencias y Bellas Artes (1). (Estudios).
Publication: Montalbán
Publication Date: 01-JAN-00
Author: Alcibiades, Mirla
COPYRIGHT 2000 Universidad Católica Andrea Bello

RESUMEN
En 1995 se cumplió el primer centenario del Primer Libro Venezolano de Literatura, Ciencias y Bellas Artes. Como en todo libro fundamental, éste guarda una historia que le antecede y que le continúa. En estas páginas se la organiza. Por esa razón, se presentan las tres etapas que dan cuenta de ese proceso. En primer lugar, la reconstrucción de las circunstancias que sirvieron de génesis para su preparación. En segundo lugar, la fase de elaboración del mismo. En tercer lugar, la recepción que tuvo el que, a juicio de muchos, constituye uno de los esfuerzos editoriales más encomiables de los que se produjeron en Venezuela durante la pasada centuria. PALABRAS CLAVE
Primer Libro Venezolano, positivismo, siglo XIX, Jesús María Herrera Irigoyen, Julio Calcaño, Eloy G. González. ABSTRACT In 1995 it was completed the first centennial of the First Venezuelan Book of Literature, Sciences and Fine Arts. As in all fundamental book, this one holds a historic precedent and a historic continuance. In these pages this concept is organized; because of these reason, the three stages that sum up this process are shown here in detail. First, the re-enactment of the circumstances which served as genesis of the project. Second, the elaboration stage of the project itself. Third, the warm reception with which it was welcomed that, according to many, constitutes one of the most appreciable editorial efforts that has been produced in Venezuela during the last decade. KEYWORDS First Venezuelan Book, Positivism, XIX century, Jesus María Herrera Irigoyen, Julio Calcaño, Eloy G. González. 1. UN CENTENARIO Y UN OLVIDO
Para la edición de El Cojo Ilustrado correspondiente al 1 de enero de 1896, su director-fundador, Jesús María Herrera Irigoyen, concibió la idea de regalar a sus lectores con un impreso cuyo rasgo definidor podría ser conceptuado de exquisita elegancia. El propósito manifiesto era la celebración del cuarto aniversario de la revista. Ese número reprodujo, en tamaño reducido, los manuscritos que los colaboradores nacionales del quincenario enviaron por expresa solicitud de la dirección. Los cuidados, finos y elegantes trazos caligráficos iban acompañados de una pequeña fotografía del autor, inserta en el ángulo superior izquierdo del recuadro. El resultado que obtuvo Herrero Irigoyen fue una realización material tan inobjetablemente lograda que recibió los más prodigados elogios por parte de la prensa caraqueña de aquel entonces. En total sumaron trescientos diecisiete autógrafos, que representan la opinión sobre cultura y literatura de los nombres más selectos que nutrían la vida intelectual venezolana de finales de siglo. De todas las colaboraciones que fueron enviadas a Herrera Irigoyen, quiero recuperar en este momento la que lleva la firma de César Zumeta, porque viene a propósito para esta ocasión. Una parte del manuscrito de Zumeta dice así:
El Cojo Ilustrado pasa hoy revista á la legión de los llamados; la posteridad la pasará un día al grupo de los elegidos: y dijérase que de entre la brillante desfilada de tantas esperanzas y de tanta noble ambición se oye surgir el clamor del antiguo circo: ¡Oh, Tiempo! los que van á ser olvidados, te saludan (p. 73) (2)
1.1. En 1995 se cumplió el centenario del Primer Libro Venezolano de Literatura, Ciencias y Bellas Artes y tal parece que en ésta, como en otras oportunidades, se irguiera amenazante el terrible clamor que sobrecogía la esperanza de Zumeta. Y sostengo lo dicho porque para quienes esperábamos los actos, homenajes y/o recordatorios que se acostumbra prodigar en estos casos, fue ingrata la experiencia de advertir el silencio tan denso --así como inexplicable-- que rodeó esa fecha aniversaria. Ante ese desalentador panorama, quise colocarme al margen de tanta pasividad silente. Es decir, me propuse ejecutar el gesto decidido de quienes, como en el antiguo circo romano, oficiaban el saludo de respeto y reconocimiento.
El primer asunto a dirimir surgió de inmediato: el enfoque que debía caracterizar mi propuesta, ¿Optaba por inscribir mi intento en el grupo de los discursos encomiásticos de ocasión, cargados de frases y adjetivos altisonantes?, ¿favorecía el elogio sin cortapisas o, más bien, privilegiaba otro tipo de intento? Esta última salida me pareció la apropiada. Convencida de la legitimidad de esta orientación, en estas páginas quiero actualizar el sentido que, entiendo, debe servir de soporte a una reflexión que nace como acto recordatorio: estudiar la figura o, como en este caso, el discurso objeto de homenaje en su significación histórica.
Para cumplir con ese objetivo, intento canalizar este propósito en tres etapas bien determinadas: la reconstrucción de las circunstancias que alimentaron el proyecto, la fase de preparación del mismo y, finalmente, la recepción que tuvo el que, a juicio de muchos, constituye uno de los esfuerzos editoriales más encomiables de los que se produjeron en Venezuela durante la pasada centuria. 2. MÚLTIPLES REQUISITORIAS CONTRA EL SECRETARIO PERPETUO DE LA ACADEMIA VENEZOLANA DE LA LENGUA
En lo que se refiere al primer propósito: reconstruir las circunstancias que contribuyeron a concebir el proyecto, conviene recordar que, efectivamente, el Primer Libro Venezolano de Literatura, Ciencias y Bellas Artes tuvo unos antecedentes muy puntuales, que bien merece la pena se les recupere en este instante. Hasta donde alcanza mi información, esos antecedentes no han sido reconstruidos satisfactoriamente por nuestra historiografía cultural y literaria. Por tal motivo, me parece que resulta una justificación adecuada para un intento como éste que, concebido como homenaje, nos va a permitir adentramos en esa infrahistoria.
2.1. Sucede que el año anterior a la publicación de esta obra --en febrero de 1894 para ser exacta-- el narrador, poeta, gramático, crítico e historiador literario, Julio Calcaño, había publicado en el Diario de Caracas el trabajo que tituló "Estado actual de la literatura venezolana". En ese discurso quiso atender la solicitud que le formulara F. de la Fuente Ruiz, editor del Repertorio de Literatura Hispano-Americana (de España), de elaborar una "reseña del movimiento literario de Venezuela en los presentes días". Esas eran las palabras introductorias del texto que apareció en ocho entregas (3), entre el martes 20 y el miércoles 28 del citado mes, ambos inclusive.
Las reacciones a que dio lugar el escrito de Calcaño se produjeron de forma casi inmediata. Los conceptos emitidos por éste levantaron una polvareda donde se dijeron y se cruzaron muchas opiniones. Las páginas periódicas de ese año --sobre todo las de El Republicano, El Tiempo y, desde luego, el Diario de Caracas-- se convirtieron en el canal privilegiado a través del cual se dispararon los más feroces dardos contra el autor de la citada reseña. Se argumentaba que la posición de Calcaño era inaceptable vista su actitud marcadamente parcial en algunos casos, e injustificadamente censora en otros. Se decía que aplicaba un criterio de inclusión y exclusión de nombres francamente divorciado de los hechos concretos. En fin, se manifestaban muchos desacuerdos con la mayoría de las opiniones allí expresadas. No cabe duda que entre el cúmulo de protestas que se juntaron en contra del ilustre Secretario Perpetuo de la Academia Venezolana de la Lengua, las que alcanzaron mayor virulencia fueron las publicadas desde el diario El Republicano de Luis R. Guzmán y Antonio Valero Lara (4). Sin lugar a dudas, un inusual protagonista llevó la voz cantante en este enfrentamiento contra Calcaño: el veinteañero Eloy Guillermo González (1873-1950). De hecho, le correspondió a este joven escritor abrir la contienda a partir del mes de marzo --pocos días después de conocerse públicamente el resumen citado-- desde las páginas del referido diario. Fue una larga cadena de artículos, notas y opiniones que me parece necesario reseñar en este momento porque, en su mayoría, son desconocidos por el lector actual; no obstante, me voy a excusar de comentar esos discursos en beneficio de la brevedad.
La primera entrega, salida de la prolífica mano de Eloy G. González, fue "La actual literatura venezolana", texto aparecido el 12 de marzo y completado en las ediciones del diario del 13 y 15 del mismo mes. No obstante, debo señalar que él no fue el único en oponerse al académico. Al día siguiente (el 16) la mencionada publicación incluye otro escrito, esta vez sin firma, titulado "Literatura venezolana", cuyo autor no puede ser otro que el Director y Redactor del diario, Luis R. Guzmán, porque un comentario del escrito compromete definitivamente la responsabilidad de la redacción de El Republicano. Lo dicho se aprecia cuando, en determinado momento, se le dice al lector lo siguiente: Pues bien: ahora se han acercado a ésta redacción varios literatos, á instarnos á que provoquemos una reunión de escritores, con el objeto no de refutar al señor Calcaño, sino de escribir al señor de la Fuente Ruiz editor de la Revista ya citada, una carta firmada por muchos, en que se llenen las omisiones del Secretario perpetuo, se rectifiquen algunos juicios erróneos, se muestre mejor parado nuestro estado literario y la honra patria en el lugar de donde nunca debió bajada quien tenía la responsabilidad y el deber de acatarla.
De manera, pues, estamos comprobando que la reacción individual de E.G. González, muy pronto, comenzaba a adquirir las características de un movimiento de proporciones mayores. Ello explica la significativa lista de interlocutores, probablemente no deseados por Calcaño, que se sintieron llamados a valorar lo que éste había escrito. Durante el mes de marzo es obligación, como ya he asomado, mencionar recurrentemente el nombre de Eloy González. En efecto, lo vamos a seguir encontrando muchas veces después del 12 de marzo. En la edición del 19 de ese mes se inserta su próxima reflexión, la que titula "Los recusados de Julio Calcaño". En cierto momento el autor hace el comentario que sigue: "Esos jóvenes tan desdeñados por el señor Calcaño (...) nos proponemos inaugurar el SALON LITERARIO con los que ha recusado el señor Calcaño en la causa de las letras patrias". El 21 de marzo, decide ampliar el título que había utilizado para su artículo anterior ("Los recusados de Julio Calcaño"), como una manera de anunciar su intención de llenar los "vacíos" dejados por el académico. El enunciado que encontramos ahora es, pues, más puntual, "Los recusados del señor Calcaño. Luis López Méndez". El 28 da a conocer "Los recusados del señor Calcaño. Doctor Lisandro Alvarado". El día 26 del mismo mes los lectores de El Republicano encuentran una "Reivindicación del verdadero estado de las letras patrias", que aparece bajo la responsabilidad del Redactor. La idea central que propone Luis R. Guzmán se formula de esta manera:
Con el objeto de organizar los trabajos relativos á la reivindicación de los fueros de la literatura nacional, el Redactor de El Republicano invita para una reunión general pasado mañana miércoles, á las cuatro y media de la tarde, en la oficina del periódico.
Entre otros propósitos, la reunión tenía por objeto llevar a cabo el nombramiento de la Junta Directiva (5) que se responsabilizaría de ese trabajo de coordinación, al tiempo que buscaba: "Designar los escritores que han de tratar especialmente las diferentes materias de nuestra literatura" (6). Como se advierte, la iniciativa original que tuvo Eloy G. González de inaugurar un Salón Literario adquiría una dimensión más amplia en la propuesta del Redactor de El Republicano.
Es evidente que la idea de asociarse surge al mismo tiempo como proyecto de dos generaciones. La primera, la de los bisoños, los estudiantes de la Universidad, al frente de los cuales fulgura la pluma de Eloy Guillermo González. La segunda, la de los intelectuales en la medianía de edad (alrededor de los 40 y 50 años), en su mayor parte graduados universitarios (Adolfo Frydensberg era doctor en medicina; Alejandro Urbaneja, doctor en Ciencias Políticas; Rafael Fernando Seijas y Nicomedes Zuloaga, doctores en derecho civil, etc.) o, cuando menos, en el ejercicio de alguna profesión (como el director de El Republicano y Carlos Pumar, cada uno al frente de un periódico; Eugenio Méndez y Mendoza, o Pedro Manrique, fundador de la Escuela de la Verdad). Son estos últimos los que, en definitiva, organizan el trabajo colectivo y los que tomarán las riendas en la etapa de elaboración del libro cuyo centenario invoco.
2.2. En esa idea espontánea, sin contornos definidos, se encuentra el origen de la Asociación Venezolana de Literatura, Ciencias y Bellas Artes. La idea surgida de una mente juvenil como una manera de paliar las limitaciones de un trabajo de reflexión histórica-literaria, es retomada y cargada de un sentido...
En: http://www.accessmylibrary.com/coms2/summary_0286-32220916_ITM

Nota: Varias obras de Eloy Guillermo González Padilla están en la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos de América:
http://www.loc.gov/fedsearch/index.tkl?PHPSESSID=0245fa3ce77e1d02fbc55b35cd64e739&cclquery=Eloy+G+Gonzalez&targets%5B%5D=catalog&targets%5B%5D=recommend&Search=Search
(5) (1) LA DEL SOTO DEL PARRAL. CORO: RONDO DE ENAMORADOS
Mozas. (dentro) La, la, la, la, la, la.
Al fin de la faena busco a mi mozo
que quiero la alegría más que el reposo;
porque en amores, madre, piensan las mozas,
que en horas de descanso
no se reposa, no se reposa. (saliendo)
¿Dónde estarán nuestro mozos,
que a la cita no quieren venir,
cuando nunca a este sitio faltaron
y se desvelaron por estar aquí?
Si es que me engaña el ingrato,
y celosa me quiere poner,
no me llevo por él un mal rato,
ni le lloro, ni le imploro,
ni me importa perder su querer.
Mozos. (saliendo sin ser vistos
y enlazándolas por el talle)
Ya estoy aquí, no te amohínes, mujer,
que has de tener fe ciega en mí.
Te quiero, mi moza garrida,
segoviana de mi vida; sin ti no sé vivir.
Mozas. No he de dudar cuando te cases, mi amor;
me ha de curar la bendición.
¡Ay, mozo!,
soltera no hay reposo;
el día que nos casemos
se acaba mi desazón.
Mozos. Tiempo nos queda, zagala,
de poder en la boda pensar;
disfrutemos la vida de mozos,
que para amarrarnos
siempre habrá lugar.
Mozas. Siempre me dices lo mismo:
tus consejos no quiero escuchar
porque sabes decir muchas cosas,
cariñosas, engañosas,
pero nunca te quieres casar.
Mozos. Dudas de mí y no debieras dudar,
que yo por ti sabré luchar.
No miento.
Mozas. Mi mozo garrido,
segoviano presumido,
que no me has de engañar.
Mozos. Me casaré cuando tú quieras, mujer,
tuyo será todo mi amor.
Todos. Bien mío, en tu querer confío;
muy pronto será mi casa
un nido para los dos.
Mozas. No me engañes, embustero,
porque es desamor engañar.
Mozos. No te engaño, recelosa,
que te sé querer
.Todos. ... de verdad.
(hacen mutis por parejas)
En:
http://www.zarzuela.net/text/tex_016.htm
(6) Parte del monólogo que presenté en una de las tantas veladas:
Gracias, pero vuelve al coche.
Ya mañana me verás
(Cerraba la puerta y caminaba hacia la mesa)
¿Que me han traído?
Unas flores.
(Abría el sobre)
Y una cuenta.
Es cuenta de la modista.
Cuarenta duros es poco.
¡Ya los pagará
el viejo capitalista!
(7) HIMNO DE LAS AMERICAS. Letra y música de R. Sciamarella Un canto de amistad, de buena vecindad, unidos nos tendrá eternamente. Por nuestra libertad, por nuestra lealtad, debemos de vivir gloriosamente. Un símbolo de paz, alumbrará el vivir de todo el Continente Americano. Fuerza de Optimismo, fuerza de la hermandad será este canto de buena vecindad. Argentina, Brasil y Bolivia, Colombia, Chile y Ecuador, Uruguay, Paraguay, Venezuela, Guatemala y El Salvador, Costa Rica, Haití y Nicaragua, Honduras y Panamá, Norteamérica, México y PERU!!!!! Cuba y Canadá: Son hermanos soberanos de la libertad!
Son hermanos soberanos de la libertad!
En:
http://www.wamachuko.com/himnos.htm
Puedes ver el video del Himno de las Américas, interpretado por Luis Alberto del Paraná en:
http://www.youtube.com/watch?v=V5VzWNV24ho&feature=related
Y aquí también:
http://www.youtube.com/watch?v=cNzpt_k3zTk&feature=related

2 comentarios:

  1. Excelente escrito. Para quienes quieren conocer nuestra historia y sus personajes en el Estado Cojedes

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