domingo, 19 de julio de 2009

EUFRASIO MOSQUEDA: FIDELIDAD Y DEVOCIÓN

María de Jesús Romero de Matute

El San Carlos de mis primeros años de vida se ubica alrededor de finales del primer tercio del siglo XX: los famosos años treinta, a orillas de aquel otrora caudaloso río Tirgua que serpenteaba por el llamado Paso Los Motores, quizás por su relativa cercanía a la planta eléctrica. Y serpenteaba y fluía pausado y rítmico hasta el Paso de las Negras, quizás por las muchachas que se bañaban como Dios las trajo al mundo en la llamada “zona para mujeres”, pues así se había delimitado, y corría raudo y veloz hacia Los Colorados, pasando primero por Puerto Escondido.
De lado y lado, una mezcla de plantas tropicales, donde resaltaban las famosas malangas, que tanto tiempo adornaron los corredores de aquellas casonas de adobe.
De allá del Paso de las Negras venía aquella figura menudita, de un poco más de metro y medio de estatura, camisa blanca tapando la camiseta y pantalones de kaki montados sobre las alpargatas con capellana tejida por Candelaria Machado. Ahora lo evoco como si tuviera algún problema en su desarrollo psico – somático. Eufrasio (1) era travieso, de ojos achinaditos, envejecido prematuramente, supongo por su faz cruzada de arrugas y líneas de expresión, como les dicen ahora. Hablaba poco, casi con monosílabos. No olvido su “¡Uh!”, que utilizaba como expresión que bien podía significar buenos días, buenas tardes, gracias.
Repito, era travieso y juguetón, adicto a las maldades piadosas con los niños y niñas, como pellizcos y marcar nuestras vestimentas o nuestra cara con lo que estuviera trabajando: agua, harina o hacernos “tatuajes” con borra de café o barro, en el peor de los casos. “Eufrasio, Eufrasio, deja esa muchachita quieta…mira como me la pusiste”, se quejaba a cada rato mi mamá Gracia. Más de una vez corrí a refugiarme en las faldas de mi mamá Gracia, llorando a gritos, cuando me marcaba la cara o la falda con barro. Entonces Eufrasio (2) saltaba, corría y se escondía detrás de la inmensa mata de mango de la Casa Grande.
Hoy lo recuerdo y pienso que era un ser humano mezcla de fidelidad y devoción, como sinónimo de lealtad. Nació, creció y murió muy anciano con los Marvez. No se casó y creo que no tuvo hijos. Quizás Eufrasio aprendió lo que había padecido muchas veces sin saberlo: se puede ser fiel y leal a la misma vez y con todas, con el mismo dolor, sin traicionar a ninguna. Para él su fidelidad y su lealtad eran profundas y complejas. No sé si sería gratitud por haber sido acogido en la Casa Grande, únicamente por un techo, comida y un estreno de ropas el Martes Santo, el Martes Grande de Jesús Paciente, que en solitario permanecía trescientos sesenta y cuatro días con sus noches en el Cuarto del Santo. Quizás no supo vivir ni un momento sin los Marvez o sin pensar en ellos. ¡Cuánto pensaría cuando arrastraba desde el Paso de las Negras aquellos inmensos toneles o barriles hasta la Casa Grande desde las seis de la mañana hasta el anochecer aguando los tanques de la Casa Grande!
Del Paso de las Negras, lógicamente de la zona de varones, Eufrasio caminaba mucho, dos o tres kilómetros entre malangas de todas clases y de todos los contornos, de verdes aferrados a unos inmensos samanes, y pasaba todos los días, no sé cuántas veces al día, por la casa de la Cruz Verde. Sudoroso, jadeante, no sin antes haber estado frente a la casa de los Salazar. Después de la Cruz Verde y de surtir los tanques de la Casa Grande, Eufrasio se dirigía a la tienda de la calle Real, desde donde mi papá José Antonio le gritaba: “¡Apúrate, Eufrasio, que el tanque va menos de la mitad y va a llover!”. La advertencia de lluvia era un seguro chapalear de barro y más esfuerzo para terminar aquella tarea casi de esclavos.
Mi papá José Antonio seguía usando, con la compostura de sus mocedades, el traje entero de lino o de kaki, siempre beis (castaño claro) o siempre blanco para el diario, con su chaleco de seda atravesado por la leontina de oro que había traído de Caracas, pues en San Carlos no hubo joyerías hasta la década de los sesenta.
Al llegar a la vejez, siempre travieso y malo, en el mejor sentido de la palabra, no pudo más con los toneles ni con los barriles y se hizo jardinero y desyerbador de aquel inmenso patio de la Casa Grande lleno de suculentas guanábanas, mandarinas, toronjas y cambures y aquel mango grandote que nos servía de escusado y al que los cochinos corrían desesperados al encuentro cuando nos veían de pie o en cuclillas limpiarnos con las hojas más grandes del mango manzano. Después que me casé llegaba a la casa donde viviera (en la calle Sucre, Alegría o Miranda), a desyerbar los patios, a llevarme mangos, nísperos o guanábanas, y en diciembre las fabulosas toronjas para hacer el codiciado dulce de Navidad.
Eufrasio murió en los años sesenta, tal y como había vivido, en silencio y sin molestar a nadie. Un día amaneció muerto en su catre y todos lo despedimos agradeciendo a Dios haber conocido a un ser humano que nos hizo disfrutar aún más los años de nuestra niñez, llena de descubrimientos, asombros y ternura. Y un pequeño homenaje a esos inmensos trabajadores llamados en aquella época "los agüeros".
(1) Eufrasio (varón apostólico)
San Eufrasio fue uno de los siete varones apostólicos.
Patrón de la Diócesis de Jaén desde comienzos del siglo XVII.
Reconocimientos
San Eufrasio era un santo de gran renombre en la población de Andújar, en la provincia de Jaén (España) y especialmente en el Valle del río Mao, en la provincia de Lugo, donde está enterrado el santo, en la parroquia Santa María do Mao, en el municipio de O Incio.
Los habitantes de este lugar celebran la Fiesta Mayor en honor del Santo el 15 de mayo con gran devoción.
En: http://es.wikipedia.org/wiki/Eufrasio_(varón_apostólico)

(2)SIGNIFICADO DE EUFRASIO
Origen: latino Significado: Del río Éufrates, en Mesopotamia.
Festividad: 15 de mayo
Personalidad: Ante el futuro siente un fuerte temor o miedo. Es una persona muy fácil de sugestionar. Su poder de penetración y fuerza personal le hace adelantarse con frecuencia a la prestaciones cotidianas que le son demandadas. Posee una mente expansiva. Se apoya en su gran magnetismo personal para conseguir popularidad.En: http://www.pergaminovirtual.com.ar/nombres/eufrasio.html