domingo, 28 de junio de 2009

LA CAMPAÑA CONTRA LA MALARIA O PALUDISMO


María de Jesús Romero de Matute

A raíz de la muerte de mi mamá Gracia y de mi papá José Antonio, las mujeres que vivíamos en la Casa Grande nos mudamos a la casa que ocupaba el hotel en la Calle Real, entre Ayacucho y Carabobo, al lado del cine Tropical, dos de los muchos negocios que tenía mi papá José Antonio.
Ese año de 1937 yo tenía catorce años. La señorita Pastorita Rivero pasaba todos los días enfrente de nuestra casa en la Calle Real, rumbo a su trabajo, y me contó que en la recién creada Estación de Malariología y Saneamiento Ambiental (1,2 y 3) estaban buscando personal para la campaña de lucha contra la malaria (4 y 5), ella tenía poco tiempo trabajando allá. El estado Cojedes fue escogido como estado piloto de la campaña, debido al elevado número de casos de paludismo. La Estación de Malariología y Saneamiento Ambiental, en un principio, estuvo situada en la esquina de la calle Sucre cruce con Manrique, frente a la plaza Bolívar. Allí funcionaba la Unidad Sanitaria y cedieron una pequeña oficina para la Estación.
Luego la Estación fue mudada para la casa de alto del doctor Hilarito Malpica, por la calle Miranda, entre Páez y Sucre. Era una hermosa casa de techos muy altos que aún se mantiene en pie. Estaba pintada de amarillo con el zócalo de color marrón. Tenía, como las casas de fines del siglo XIX, un patio central rodeado de cuatro amplios corredores. En uno de los corredores se ubicó el larvario. La Malariología estuvo funcionando en esa casa hasta bien entrados los años sesenta. Finalmente construyeron edificaciones especiales para ella en la carretera que va hacia El Limón.
“Si quieres, vienes conmigo mañana y hablamos con el laboratorista, el Negro Navarro”, me dijo Pastorita. Un laboratorista era un profesional que realizaba el trabajo que hoy desempeña un bioanalista. “¿Y cuánto estás ganando?”, pregunté. “Ciento veinte bolívares al mes”. Se me pusieron los ojos como vendedor de prenda y le dije: “¡Pásame buscando!” Pastorita era hermana de Mercedes, Luis y Rafito Rivero. Mercedes se casó con un trinitario de apellido Assing. Rafito con Isabel. El paludismo o malaria azotaba todo el país (6). A mí me dio paludismo cuando tenía seis años, en 1929, recuerdo que por las tardes me daba mucha fiebre y mucho frío, era un escalofrío que duraba mucho tiempo. El paludismo me lo curaron con majagua, una planta que crecía a la orilla del río, pero también había en las casas. Se machacaba el cogollo (las hojas cuando están chiquiticas) en una piedra, se le agregaba sal y una cucharada de agua. Esa majagua machacada era amarguísima y me daban una cucharada todos los días en ayunas, hasta que se quitaba la fiebre.
Fuí a buscar el trabajo y me lo dieron. Mi primer trabajo, a mis catorce años. El jefe de la estación era el entomólogo (especialista en insectos) y laboratorista Jesús Herrera Villalba, quien había venido de oriente. El señor Jesús (luego fue Chucho, para todos los que los quisimos; y fue el padrino de confirmación de mi segundo hijo, Hermann Gustavo), como le decíamos, era una persona admirable, trabajadora, sencilla, inteligente, con una paciencia increíble para enseñarnos todo lo que debíamos aprender acerca del paludismo. Mi cargo fue el de visitadora. El uniforme era una bata de color beige, abotonada por delante, con un anofeles (7) de color azul marino bordado en la parte superior izquierda. Tenía que visitar los hogares situados en las afueras de San Carlos para tomar muestras de sangre a las personas que vivían allí. Los hombres eran muy groseros de palabra, pero no irrespetuosos y se negaban a colaborar. Pero sus esposas, o mujeres, o hijas, los convencían.
Mi trabajo era el siguiente: A uno le daban una cajita con una pluma de escribir con tinta, se le quitaba un pedacito de su punta y quedaba una puyita. La desinfectaba y puyaba la oreja para tomar la muestra. Al principio era el dedo pulgar, pero se comenzaron a infectar los dedos de las personas. Entonces se cambió la toma de la muestra en la oreja. Esa gota de sangre se colocaba en una lámina de cristal, se ponía otra gota alargándola y se frotaba con otro cristal; se dejaba secar. Se escribía el nombre de la persona y la fecha con la pluma en el vidrio. Se recogían diez gotas por la mañana y diez por la tarde. Se llevaban al laboratorio. Se mojaban en azul de metileno, se secaban y se colocaban en una rejilla. Se le daba cuerda a un reloj, se activaba la alarma y se contaban quince minutos. Cuando sonaba, ya estaba listo el frotis. Y lo examinaba Chucho en el microscopio. Chucho decía si la persona tenía o no paludismo
Si la persona tenía paludismo o malaria, se colocaba en una tarjeta su nombre y la palabra positivo. En la tarjeta se colocaba también el frotis y se le entregaba a Chucho. Si la persona tenía paludismo o malaria, se le llevaba el tratamiento de quinina a su casa para dos semanas. La quinina venía en pastillas de color amarillo. A las dos semanas se volvía a hacer el frotis. Hasta que la persona estuviera bien.
En la Estación de Malariología trabajaba también José Noguera, quien era el larvero, el que recogía las larvas en los charcos; para ir a los charcos José alquilaba un burro. José alquilaba varios burros. El que estaba en la casa para recoger los zancudos del pozo de agua. En unos mosquiteros, para que los zancudos se pararan en el pozo y el burro se llenaba de zancudos porque estaba quietito allí. Se escogían los zancudos en la mañana. Cada charco tenía su número y allí, a la orilla del charco, se amarraba al burro para recoger los zancudos de noche.
También trabajé en el larvario. Cuidaba las larvas para que “parieran” al zancudo y examinarlo para ver si tenía el paludismo para ver si era anofeles. Al zancudo se le mataba con un tubito que tenía cloroformo…y el zancudo caía. Si el zancudo anofeles tenía tres manchitas en las alas, había paludismo. Eso se mandaba en una cajita para Maracay los zancudos que eran anofeles en una camioneta picó amarilla que conducía el señor Manuel. Se les ponía el nombre por fuera, tantos zancudos, de la casa número tal.
En ese tiempo trabajamos en la Estación, además del señor Jesús y del Negro Navarro, Carmen Leonor Marvez de Díaz, Pastora Rivero e Isabel Rodríguez; Délida Ríos, la madre de Alí Coronel Ríos, entró cuando yo me retiré. La secretaria era Antonia González, entrañable amiga de suave carácter, de serena belleza, luego casada con el doctor Jorge Rojas Pucini. A Antonia la sustituyó Emma Torres Rodríguez, quien después se casó con José Miguel Fraíno Capobianco. La tercera secretaria fue Carmen Sánchez, hermosa joven de inmensos ojos negros; ella se casó con el comerciante Antonio Aure Torbay. Echábamos broma con el puesto de secretaria diciendo que traía suerte: las secretarias se casaban pronto y muy bien casadas. El verdadero nombre del Negro Navarro era José Julián Navarro Bolívar, hermano de Eladia Navarro Bolívar. Los hermanos Navarro Bolívar eran altos, elegantes y muy educados.
Por el trabajo de esos años, mis dos compañeros José Noguera y Carmen Leonor Marvez de Díaz fueron condecorados con el Botón de Hierro y Cobre del Ministerio de Sanidad y Asistencia Social, la máxima condecoración otorgada por el ministerio. Ellos fueron los primeros que entraron a trabajar en la campaña. También trabajó allí el doctor Fernández Suárez, quien vino de España con su esposa Josefina y sus dos hijos. Estando en San Carlos, el doctor fue a España y nos trajo como recuerdo un prendedor a Antonia y otro a mí. El doctor Fernández se desempeñó como el ingeniero de las obras: su trabajo era canalizar las zanjas que eran de tierra, en una especie de bateas de cemento que las traían de Maracay.
Trabajando en la Estación conocimos al doctor Arnoldo Gabaldón (8), héroe venezolano de la lucha contra la malaria. Por haber sido escogido Cojedes como estado piloto, el doctor Gabaldón visitó varias veces el estado. Recuerdo que el día antes de que el doctor Gabaldón llegara por primera vez, Chucho nos convocó a una reunión y destacó la importancia de la visita del Director General. Pero lo que más recuerdo de la reunión fue que Chucho nos dijo: “Esto es con las muchachas. Cuando vean al doctor Gabaldón, no se vayan a reir”. Y yo me atreví a preguntar: “¿Y por qué nos vamos a reir, señor Jesús?”. Y él nos dijo, muy preocupado: “Es que el doctor Gabaldón es muy feo”.
Al día siguiente, recibimos al doctor Gabaldón. Usaba un uniforme color kaki, unas botas negras hasta las rodillas y un sombrero estilo corcho. Nos lo pintó tan feo que no lo encontramos tanto. Al contrario. Era una persona muy inteligente, bondadosa, trabajadora, muy educada y mandaba como un militar. Lo más hermoso de él es que era un incansable trabajador: lo mismo daba órdenes, que se arremangaba la camisa y agarraba un pico y una pala, o revisaba el larvario, o iba a recoger muestras. Fueron días de trabajo intenso, pero con la satisfacción de que estábamos realizando una labor primordial. Al correr de los meses, la alegría fue mayor al comprobar que, gracias a la campaña, el paludismo disminuía en San Carlos y en el estado Cojedes. Y en todo el país.
En el año 1938 obtuve el cargo de maestra en El Potrero y dejé la Estación de Malariología. Pero el año 1939 volví y trabajé en el larvario dos meses. Con el dinero que gané compré mi primera máquina de coser.
Creo que San Carlos y el estado Cojedes están en deuda con el doctor Arnoldo Gabaldón y con Jesús Herrera Villalba. No hay una calle, ni una plaza que los recuerde. Chucho murió y está enterrado en el cementerio de San Carlos. Cuando el gobernador Elías Nazar inauguró la avenida Ricaurte en los sesenta, pensé que esa avenida llevaría el nombre del doctor Gabaldón, pero no fue así. ¡Cuántas vidas se salvaron en esos años hasta lograr la erradicación del paludismo! Para tristeza nuestra, el flagelo ha regresado.

Doctor Arnoldo Gabaldón
En: http://www.ivic.ve/memoria/fotos/gabaldon_arnoldo_4.jpg

(1) Un poco de historia...
Escuela de Expertos Malariólogos
· 25 de febrero de 1936 Fundado el Ministerio de Sanidad y Asistencia Social.
· 16 de junio de 1936 Promulgada la Ley de Defensa contra el Paludismo.
· 10 de julio de 1936 El general Eleazar López Contreras pone en ejecución el artículo No 27 de la Ley de Defensa contra el Paludismo, que habla sobre el establecimiento de una Dirección Especial de Malariología y Creación de una Escuela de Expertos Malariólogos.
· 27 de julio de 1936 Se firma la resolución que da origen a la Dirección Especial de Malariología y a la Escuela de Expertos Malariólogos.

Meses después. Se publica el reglamento de la Ley, el cual dispone en su artículo 2º lo siguiente: “Constará esta Dirección de una Oficina Central situada en Caracas, donde funcionará también la Escuela de Expertos Malariólogos, y de ella dependerán, además, las Estaciones de Campo, donde trabajarán las Comisiones Permanentes o Técnicas que se establecerán en las zonas declaradas o por declarar palúdicas.
Desde su creación, la Dirección de Malariología se dedicó con empeño y firmeza a ejecutar labores de lucha antimalárica específica, aún cuando la Ley de Defensa contra el Paludismo le ordenara cumplir trabajos de sanidad más vastos. Para estos últimos, parte de su presupuesto inicial tuvo que utilizarse en el pago del personal médico y subalterno que realizaba las labores sanitarias generales a que obligaba dicha ley, las cuales estaban bajo la responsabilidad de la Dirección de Salubridad Pública.

No obstante esta limitación presupuestaria, la Dirección empezó sus trabajos con la preparación del personal y con el establecimiento de las estaciones de Malariología de Maracay y Puerto Cabello, e inminentemente las de otras localidades del interior. Las actividades que se desarrollaban en tales estaciones, permitieron bien pronto aumentar la experiencia del personal dedicado a la lucha y dio tiempo para estudiar más a fondo el problema del paludismo en el país.

En el marco de las actividades que estaban orientadas a la formación a la formación del personal tanto en el ámbito nacional como internacional y en función de los programas y actividades del Ministerio de Sanidad y Asistencia Social, en 1988 son otorgados títulos universitarios de Especialidad y Maestría, luego de la firma del convenio con la Universidad de Carabobo.

La formación del personal técnico se ha expresado a través de los cursos para Inspectores Sanitarios y cursos para Asistentes de Educación Sanitaria, junto a una gran cantidad y diversidad de cursos cortos de capacitación tanto a nivel técnico como operativo.

Es en 1988 como homenaje a ese insigne sanitarista y fundador se bautiza a la Escuela con el nombre del Dr. Arnoldo Gabaldón. Ingresa como miembro a la Asociación Latinoamericana de Escuelas de Salud Pública (ALAESP), y en 1991 asciende a miembro titular de dicha asociación cumpliendo los requisitos académicos.

Desde 1990 se dicta el Postgrado en Salud Ocupacional e Higiene del Ambiente Laboral con título de especialidad y maestría. En 1995 inicia el Programa de Maestría en Entomología en Salud Pública en convenio con la Universidad Central de Venezuela. En 1997 con la Universidad de Los Andes se inicia la Especialidad de Desarrollo Rural Integrado. Desde 1998 se ejecuta un innovador Programa Académico para formar profesionales como Especialistas en Salud Pública.
El edificio de Malariología

El Edificio de Malariología diseñado por el Arquitecto Luis Malaussena, se encuentra ubicado en la Avenida Bermúdez Sur, No 93, al frente del Cuartel Páez, y fue inaugurado por el Presidente de la República General Isaías Medina Angarita, el 18 de diciembre de 1943.

En la lucha antimalárica que se inicia desde Caracas, se establecen en algunas ciudades del interior "Estaciones de Malariología" existiendo en el estado Aragua una en el Hospital Civil de Maracay.

El Dr. Gabaldón y sus colaboradores proponen al gobierno la necesidad de construcción de una sede propia, y que esta debía estar en una zona malárica cercana a la capital, y se sugiere que sea la ciudad de Maracay por cuanto en el Hospital Civil se venía desarrollando importantes investigaciones en su sala malárica.

Las razones fundamentales de conveniencia que se aducían y que avalaban firmemente la realización de la idea, fueron los tres objetivos siguientes: a) Facilitar la administración y ejecución de la lucha antimalárica, b) Posibilitar la investigación de los problemas que constituía el paludismo en el país, y c) Instituir adecuadamente la educación del personal necesario para las actividades sanitarias en las zonas maláricas.

El Consejo Municipal de Girardot cede una manzana cerca de la Plaza Bolívar, pero no es suficiente el espacio, por lo que el Ministro de Guerra y Marina cede un terreno de 7.040 m2 frente al Cuartel Páez, donde se realiza la construcción, que alcanzó un monto de 613.000,00 bolívares, que representaba el 0,2% del presupuesto nacional de 1942. En el Edificio de Malariología se organizó la primera campaña de Erradicación Nacional de Malaria con DDT, lográndose la erradicación de la enfermedad en un área de 460.000 kilómetros de los 600.000 kilómetros que originalmente se habían delimitado". En sus laboratorios se han clasificado más de 30 especies de Anofelinos, de los cuales varios nuevos para la ciencia y se determinaron seis de ellas como vectores de la enfermedad.

Entre sus cálidas paredes, el trabajo de muchos héroes anónimos logró disminuir la mortalidad por malaria de 112 por 100.000 habitantes, a menos de 1 por 100.000 habitantes. Desde este edificio se administraron grandes cantidades de quinina y otros antipalúdicos en forma de pastilla, que a través de abnegados trabajadores llegaron a salvar de la enfermedad y de la muerte a miles de abandonados campesinos, en los lugares más remotos del país. En este edificio se dictó el primer curso de postgrado en Venezuela de carácter internacional. Desde aquí se estudiaron las diferentes especies de moscas y su papel en la transmisión de la diarrea y se elaboraron los primeros programas para su control. Aquí se celebró el Primer Seminario Mundial de la Vivienda Rural, que dio origen a la Asociación Mundial de Vivienda Rural. Desde sus aulas se planearon los tratamientos masivos contra parásitos intestinales. De ésta Escuela han salido adiestrados la mayor parte de los Jefes de Campaña Antimalárica de las Ameritas. Desde aquí se estudió la distribución a escala nacional de los triatominos vectores de la enfermedad del Chagas y tantas otras acciones que han conducido a mejorar la calidad de vida de muchos compatriotas por más de 65 años.

Después de un proceso de reestructuración, la antigua Escuela de Malariología pasa a ser Servicio Autónomo Instituto de Altos Estudios en Salud Pública Dr. Arnoldo Gabaldón, heredando la mística, la vocación de servicio y la invalorable responsabilidad de capacitar los recursos humanos en el área de Salud Pública, para formar profesionales capaces de asumir el reto y el compromiso universal de garantizar la salud integral de nuestro pueblo. Hoy siguen siendo sus arqueados corredores, testigos mudos del amor y la voluntad de cambio con los que día a día docentes, investigadores, trabajadores y trabajadoras enfrentan el permanente reto: Salud y Enseñanza.

El Edificio de Malariología fue declarado Monumento Histórico Nacional en el año de 1984.


En: http://www.iaesp.edu.ve/index.php?option=com_content&task=view&id=18&Itemid=43

En: http://www.mcy.com.ve/imagenes/Malariologia.jpg

(2)
MALARIA
El término malaria proviene del italiano de la edad media: mala aria — "mal aire"; y se le llamó también paludismo, del latín "palus" (pantano). Es una enfermedad producida por parásitos del género Plasmodium. Es la primera en importancia de entre las enfermedades debilitantes, con más de 200 millones de casos cada año en todo el mundo.
El Día africano de lucha contra el paludismo se celebra el 25 de abril,[1] ya que es en este continente donde más común es esta enfermedad.
La enfermedad puede ser causada por una o varias de las diferentes especies de Plasmodium: Plasmodium falciparum, Plasmodium vivax, Plasmodium malariae o Plasmodium ovale. Los vectores de esta enfermedad son diversas especies del género Anopheles. Como es sabido, tan sólo las hembras de mosquitos son las que se alimentan de sangre para poder madurar los huevos y por tanto los machos no pican y no pueden transmitir enfermedades ya que únicamente se alimentan de néctares y jugos vegetales.
La única forma posible de contagio directo entre humanos es que una mujer embarazada lo transmita por vía trasplacentaria al feto. O bien, por la transmisión directa a través de la picadura de un mosquito.
Los síntomas son muy variados, empezando con fiebre 8 a 30 días después de la infección, acompañada, o no, de dolor de cabeza, dolores musculares, diarrea, decaimiento y tos.
En regiones donde la malaria es altamente endémica, las personas son tan a menudo infectadas que desarrollan la "inmunidad adquirida", es decir que son portadores más o menos asintomáticos del parásito.
La primera vacuna fue desarrollada por el doctor Manuel Elkin Patarroyo, médico colombiano, y tiene una efectividad del 99.9%
En: En: http://es.wikipedia.org/wiki/Ague
La malaria puede definirse ecoepidemiológicamente como un sistema complejo en salud pública, constituido por una serie de factores interrelacionados e independientes, donde encontramos al hombre (hospedero susceptible) en el centro del mapa ecoepidemiopatológico y nosográfico, pero considerando en su periferia diversos factores del propio hospedero, así como del vector y su ambiente (Rodríguez et al., 2004).
En Venezuela, durante el período 1998 - 2007, fueron diagnosticados 330.715 casos de malaria, con una fórmula parasitaria de 83,9% a Plasmodium vivax, 15,4% a Plasmodium falciparum, 0,6% de Infecciones mixtas y 0,1% a Plasmodium malariae. El género masculino fue el más afectado con 208.447 (63%) de los casos y el grupo de 15 a 64 años o población económicamente activa fue el de mayor incidencia con 228.573 casos (69%), mientras que los menores de 15 años presentaron 29% de las infecciones. Los estados con mayor incidencia en el decenio fueron: Bolívar, Sucre, Amazonas, Delta Amacuro y Apure.
En: CÁCERES G., José Luis (2008). Malaria antes y después de la cura radical masiva en el Estado Sucre, Venezuela. En: Boletín de Malariología y Salud Ambiental. Junio, 2008. Volumen 48, número 1. p. 83 – 90. ISSN 1690 – 4648. En: http://www.scielo.org.ve/scielo.php?pid=S1690-46482008000100009&script=sci_arttext

(3) LEY DE DEFENSA CONTRA EL PALUDISMO

(10 de julio de 1936)
Artículo 1º Por su difusión y elevado índice de mortalidad, se declara la extinción del paludismo problema nacional de urgente solución. Por tanto, las autoridades federales, las estadales y las municipales y en general todo ciudadano venezolano o extranjero, residente en el territorio de la República, están en el deber de intervenir
y cooperar a este fin.
Artículo 2º A los efectos de lo dispuesto en el artículo anterior, el Ejecutivo Federal mandará Comisiones Técnicas a determinar las zonas o regiones palúdicas, debiendo ser declaradas todas las partes del territorio en que la malaria es reconocidamente endémica, y aquélla en que se la observe periódicamente.
Artículo 3º La defensa se hará por medio de obras de saneamiento del suelo, por la destrucción de larvas y zancudos y por la aplicación de todas las medidas que la profilaxis reconoce eficaces, como drenaje,
pozos absorbentes, petrolización, colonización y cultivos intensivos, administración de drogas preventivas, protección de las viviendas con tela metálica y enseñanza antipalúdica obligatoria.
Artículo 4º Declarada oficialmente una región “zona palúdica”, la acción sanitaria se concentrará especialmente en ella, hasta que se haya realizado en su totalidad el plan formulado por los técnicos, sin descuidar las medidas ordenadas en el artículo 23 de la presente Ley sobre las zonas no declaradas.
Artículo 5º Los habitantes de las zonas declaradas palúdicas se someterán, con carácter obligatorio, a los exámenes clínicos y microscópicos cuando se juzguen pertinentes, y al tratamiento profiláctico y curativo que ordene la autoridad sanitaria.
Artículo 6º
Una vez iniciada la campaña antimalárica, ningún ciudadano podrá residir en la zona declarada palúdica sin estar provisto de una cartilla o patente sanitaria en que conste su nombre, domicilio y el examen o exámenes a que ha sido sometido, de conformidad con lo dispuesto, al respecto, en el artículo 5º de la presente Ley.
Artículo 7º
La asistencia médica gratuita se hará en la zona palúdica por los médicos que el Ejecutivo Federal designe a ese solo fin.
Artículo 8º Las compañías petroleras, las empresas ferrocarrileras cuyas líneas crucen una o más regiones palúdicas, y los propietarios o gerentes de talleres, obras, fábricas u otros establecimientos industriales establecidos en las mismas regiones en que trabajen más de doscientas personas, deberán establecer un servicio médico gratuito para sus
empleados y obreros.
Artículo 9º Toda empresa agrícola o pecuaria que ocupe quince trabajadores o más, tendrá de manera permanente y gratuita a la disposición de éstos, los medicamentos y medios de protección adecuados.
Artículo 10º Los empleados y obreros que contraigan el paludismo estando al servicio de compañías petroleras, empresas ferrocarrileras, fábricas y fundos agrícolas y pecuarios, establecidos en zonas palúdicas, continuarán devengando su sueldo por el tiempo que el médico los conceptúe inhabilitados para el trabajo.
Artículo 11º El Ejecutivo Federal suministrará a las autoridades sanitarias y médicos de su dependencia la quinina, atebrina, plasmoquina u otro específico que se descubriese, en cantidad necesaria para ser suministrada gratuitamente a los enfermos pobres de los lugares palúdicos.
Parágrafo 1º Los Gobiernos de los Estados y Territorios Federales y las Municipalidades podrán adquirir del Ejecutivo Federal, sin recargo, los productos a que se contrae el presente artículo.
Parágrafo 2º En los lugares donde no haya expendios de medicinas autorizados, se permitirá la venta de dichos productos en todos los establecimientos mercantiles.
Parágrafo 3º Las drogas mencionadas no podrán ofrecerse al consumo con un recargo mayor del diez por ciento sobre el precio de adquisición.
Artículo 12º Las autoridades sanitarias que reciban la provisión gratuita de las medicinas o específicos deberán llevar una estadística en que anoten los casos de paludismo tratados y la cantidad de medicinas que hayan distribuido, la cual enviarán mensualmente al Ministerio del ramo.
Artículo 13º
Declárese obligatoria en todo el territorio de la República la denuncia de cualquier caso de paludismo; ésta deberá hacerse ante la autoridad local sanitaria más inmediata o, en su defecto, ante la autoridad civil.
Artículo 14º Estarán especialmente obligados a este denuncio bajo las penas establecidas en la presente Ley:
1º Los médicos adscritos a los establecimientos de educación y asilos;
2º Los de establecimientos ganaderos, agrícolas e industriales;
3º Los de las compañías petroleras, empresas ferroviarias y empresas de obras públicas y privadas ubicadas en las diversas localidades de las zonas declaradas como palúdicas, de conformidad con lo prescrito en la presente Ley;
4º Los médicos de tropas acantonadas en regiones palúdicas, quienes lo harán ante su inmediato superior.
Artículo 15º En los estudios a que se refiere el artículo 2º deberá comprenderse el censo de los habitantes de la localidad, el índice endémico, la clasificación de los anofelinos, la localización de focos malariógenos, las obras de saneamiento que ellos reclamen a los sistemas de irrigación y cultivos que convenga seguirse en las zonas declaradas.
Artículo 16º Las compañías petroleras, las empresas de ferrocarriles y en general las que ejecuten obras públicas o privadas en las zonas palúdicas, como en las que no lo sean, estarán obligadas a rellenar las excavaciones y cegar los pantanos formados por terraplenamientos o trabajos de otra clase que hubieren verificado dentro de un perímetro de cinco kilómetros alrededor de los centros poblados.
Artículo 17º Las compañías petroleras, los propietarios o gerentes de empresas ferroviarias, talleres, fábricas u obras que contravengan lo dispuesto en el artículo 8º, incurrirán en una multa de un mil bolívares.
Artículo 18º Quienes contravengan lo dispuesto en el artículo 9º, serán penados con multa de cincuenta y cien bolívares.
Artículo 19º Los que dejaren de cumplir lo dispuesto en el artículo 14, serán penados con multa de cincuenta o doscientos bolívares.
Las infracciones a lo dispuesto en el inciso 4º del artículo 14, serán penadas de conformidad con los reglamentos militares.
Artículo 20º Las empresas a que se refiere el artículo 16 que no ejecutaren los trabajos en él indicados, dentro del término que fije el Ejecutivo Federal, incurrirán en la multa de quinientos a dos mil bolívares.
Artículo 21º
El Ejecutivo Federal, el de los Estados y las Municipalidades dictarán las disposiciones del caso para evitar el estancamiento de aguas en los caminos públicos dentro de las zonas declaradas palúdicas.
Artículo 22º Para la mejor aplicación de esta Ley, el Ejecutivo
Federal designará en cada zona declarada palúdica una Comisión Permanente. Las atribuciones y deberes de los funcionarios que la integren, los establecerá el Ministerio de Sanidad y Asistencia Social.
Artículo 23º Entretanto se llevan al cabo los estudios y obras de saneamiento a que se refieren los artículos 2º y 15º de esta Ley, se harán efectivas, en los centros de población, las pequeñas medidas de acción colectiva contra los zancudos y sus larvas, el tratamiento específico y la protección mecánica.
Artículo 24º Complementariamente con la acción antipalúdica propiamente dicha, las autoridades encargadas de ella adoptarán las medidas a su alcance para combatir las causas coadyuvantes a la infección palúdica: el alcoholismo, la vivienda insalubre, la mala alimentación, el trabajo inadecuado y antihigiénico y demás factores que comprometan la eficacia de la profilaxis.
Artículo 25º Las compañías petroleras, las empresas de ferrocarriles, así como los establecimientos industriales, están obligados a proveer en las zonas palúdicas, a la protección mecánica permanente de las habitaciones de sus empleados o a la protección individual por mosquiteros. Asimismo, los talleres y locales de trabajo en que se reúnan los obreros, deberán estar provistos de tela metálica en sus puertas y ventanas.
Artículo 26º El Ministerio de Sanidad y Asistencia Social y el de Obras Públicas, estudiarán y procurarán la provisión de agua potable, lo antes posible, en las poblaciones palúdicas que carecen de ella.
Artículo 27º El Ministerio de Sanidad y Asistencia Social establecerá una Dirección Especial de Malariología y creará una Escuela para la formación de Expertos Malariólogos. Propenderá por los medios a su alcance a la difusión en el pueblo de los conocimientos prácticos
relativos a la defensa contra el paludismo. Estimulará en ese sentido la acción de las asociaciones que tengan propósitos de beneficencia y de instrucción y patrocinará asimismo la fundación de ligas especiales de propósitos análogos. Procurará también que figuren en la enseñanza de las escuelas públicas y privadas de las regiones palúdicas, las nociones necesarias sobre etiología y profilaxis del paludismo, y a este efecto el Ministerio de Instrucción Pública le prestará su apoyo.
Artículo 28º El Ejecutivo Federal dispondrá el establecimiento de dispensarios antipalúdicos y el de hospitales y asilos en los lugares o zonas en que los creyere convenientes.
Artículo 29º El Ejecutivo Federal, por intermedio de los
Ministerios de Sanidad y Asistencia Social y de Agricultura, dispondrá que se proceda a hacer los ensayos de cultivo de quina, de las especies vegetales y plantas aptas para la desecación de terrenos, así como también la determinación, calificación y clasificación de los peces larvífagos del país y la importancia y aclimatación de especies selectas.
Artículo 30º Decláranse libres de todo derecho de importación la quinina y sus sales, la atebrina, plasmoquina y cualquier otro específico contra el paludismo, así como también la tela metálica contra zancudos, tela de mosquiteros y los preparados industriales reconocidos como eficaces contra los zancudos.
Artículo 31º El Ejecutivo Federal queda facultado para contratar, por tiempo determinado, los servicios de instituciones, profesores, técnicos, peritos y consejeros, con el fin de realizar los propósitos de la presente Ley.
Artículo 32º En la Ley de Presupuesto General de Rentas y Gastos Públicos se incluirá, anualmente, una partida no menor de tres millones de bolívares, para cubrir los gastos que ocasione la ejecución de esta Ley.
Artículo 33º El Ejecutivo Federal queda facultado para dictar los reglamentos necesarios a la mejor ejecución de la presente Ley.
Dada en el Palacio Federal Legislativo, en Caracas, a los dieciséis días del mes de junio de mil novecientos treinta y seis. Año 127º de la Independencia y 78º de la Federación.

El Presidente,
(L.S.)

J. E. Serrano.

El Vicepresidente,

M. T. Arreaza.

Los Secretarios,

Rafael Angel Carrasquel.

Julio Morales Lara.

Palacio Federal en Caracas, a los diez días del mes de julio de mil
novecientos treinta y seis. Año 127º de la Independencia y 78º de la
Federación.

Ejecútese y cuídese de su ejecución.
(L. S.)

E. López Contreras

Refrendada.

El Ministro de Sanidad y Asistencia Social,
(L. S.)

Santos A. Dominici.


REPÚBLICA DE VENEZUELA. Ley de defensa contra el paludismo. Academia Nacional de la Historia. http://www.anh.venezuela.org/pdf/textos%20historicos/010076.pdf
(4) Cronología de la lucha contra la malaria en Venezuela
1936
El Congreso Nacional promulga la Ley de Defensa contra el Paludismo.
El Presidente de la República, General Eleazar López Contreras, le pone el Ejecútese y la Refrenda el Dr. Santos Dominici, Ministro de Sanidad y Asistencia Social.
Por resolución del Ministerio de Sanidad y Asistencia Social, Dr. Santos Dominici, es creada la Dirección Especial de Malariología para dar cumplimiento a lo dispuesto en el artículo 27 de la Ley de Defensa contra el Paludismo.
El Dr. Santos Dominici designa al Dr. Arnoldo Gabaldón, Director de Malariología, y al Dr. Alberto J. Fernández, Adjunto y Director de la Escuela de Expertos Malariólogos.
Los doctores Alberto J. Fernández (Adjunto al Director). Tarcisio Anzola y Félix Pífano C., médicos, y Arturo Luis Berti y Salvador J. Carrillo, ingenieros, efectúan viajes de observación por las Repúblicas de Costa Rica y Panamá y por la Zona del Canal, conociendo las labores antimaláricas que allí se efectuaban.
Los ingenieros Simón Carbonell, Luis Cordero, Gerardo González, Hilario Itriago Gimón y Manuel Salazar viajan a Panamá a cumplir igual misión. La campaña contra la anquilostomiasis pasó a formar parte de la Dirección de Sanidad Rural y Suburbana.
1938
Es cambiado el nombre de Dirección de Malariología por el de División de Malariología.
Es creada la División de Ingeniería Sanitaria.
Entra en circulación el primer número de 'Tijeretazos sobre Malaria'.
1940
Desaparece la División de Saneamiento y asume sus funciones la División de Ingeniería Sanitaria. Se crea la División de Anquilostomiasis que sustituye a la División de Sanidad Rural.
1942
Se crea el Dispensario Antibilharziano en la Unidad Sanitaria de Caracas.
Es decretada por el Presidente, General Isaías Medina Angarita, la construcción del edificio para la División de Malariología en la ciudad de Maracay.
1943
Se celebra un convenio con el Gobierno de los Estados Unidos, la Oficina Sanitaria Interamericana de Salud Pública que contribuye con US$95.000 y el Gobierno de Venezuela que aporta Bs. 2,00 por cada uno de esos dólares para la lucha antimalárica.
El General Medina Angarita, Presidente de la República, inaugura el Edificio de Malariología.
1944
Se inaugura el Primer Curso Internacional de Malaria.
Es creado en la División de Malariología el Servicio Forestal para el saneamiento antimalárico y purificación del medio ambiente.
En cooperación, la División de Malariología y la División de Ingeniería Sanitaria, mediante una contribución económica aportada por la Oficina Cooperativa de Salud Pública Interamericana, dan impulso al control de la anquilostomiasis.
1945
El Gobierno de Venezuela y la Oficina Cooperadora Interamericana de Salud Pública celebran un convenio para que la División de Ingeniería Sanitaria y los Gobiernos Estatales doten de agua potable a poblaciones de menos de 2.000 habitantes.
En Morón, Estado Carabobo, se inicia el uso del DDT como insecticida de acción residual, en escala nacional contra la malaria.
1946
La División de Ingeniería Sanitaria recibe US $ 57.000 de la citada cantidad, para emprender un pequeño programa de abastecimiento de agua potable en el medio rural.
Se funda la Sección de Acueductos Rurales en la División de Ingeniería Sanitaria.
Se inicia la construcción de acueductos rurales en colaboración con la Oficina Cooperativa de Salud Pública.
Se organizan campañas de erradicación de Aedes aegypti y control de moscas y otros insectos vectores de enfermedades.
1948
En la Sección de Ingeniería Antimalárica de la División de Malariología se emprenden ensayos usando tierra-cemento para la solución del problema habitacional en el medio rural.
1949
Se inicia el estudio de la distribución de triatominos vectores de la enfermedad de Chagas en escala nacional.
1952
Se aplica, en viviendas del Estado Aragua, el insecticida Dieldrín para el control de R. Prolixus, principal vector de la enfermedad de Chagas.
1957
La Fundación Mendoza presta su colaboración para que se construyan las primeras viviendas rurales en Magdaleno, Estado Aragua.
1958
Es promulgado un Decreto creando el Programa Nacional de Vivienda Rural y se le adscribe a la División de Malariología.
1960
Por Decreto N0 406 del Presidente de la República, señor Rómulo Betancourt, se fusionan las Divisiones de Malariología e Ingeniería Sanitaria para estructurar la Dirección de Malariología y Saneamiento Ambiental.
1961
Venezuela es el primer país inscrito en el Registro de Áreas de Malaria Erradicada de la Organización Mundial de la Salud. El programa Nacional de Vivienda Rural obtiene un préstamo de US $ 12.000.000 del Banco Interamericano de Desarrollo para la construcción de vivienda rural.
1970
Se inicia en el Estado Carabobo el programa de Empotramientos Básicos.
Se inicia un Programa de Control de Contaminación de los cursos de agua en colaboración con el Plan Nacional de los Recursos Hidráulicos y la Universidad Católica 'Andrés Bello'.
Se emprende el programa de control de Contaminación Atmosférica.
1974
La División de Ingeniería cambia su denominación por la de División de Ingeniería Ambiental. Son creadas las Divisiones de Saneamiento Industrial y del Agro, y la de Investigaciones sobre Contaminación Ambiental.
1975
Son fusionadas las Divisiones de Ingeniería Ambiental y la Saneamiento Ambiental y del Agro en una sola División denominada División de Control de Calidad Ambiental.
Fuente: Revista "Resumen". 1 de agosto de 1976. Vol. xii Nº 143
(5) Anofeles
(Del lat. cient. Anopheles). Se dice de los mosquitos cuyas hembras son transmisoras del parásito productor de las fiebres palúdicas. Son dípteros, con larga probóscide y palpos tan largos como ella. Sus larvas viven en las aguas estancadas o de escasa corriente.
En: http://buscon.rae.es/draeI/

(6)
En: http://static.rnw.nl/migratie/www.informarn.nl/salud/cie_arc_enfermedades_infeccion/cie021004_malaria.html-redirected

(7) Fragmentos de Casas Muertas de Miguel Otero Silva. En esta obra, el autor describe magistralmente el paludismo en un pueblo llanero de Venezuela.


9
Por mucho tiempo recordaron en Ortiz aquellos aciagos exámenes que no pasaron de la prueba escrita. Se presentaron diecisiete alumnos, entre hembras y varones, de edades muy diversas. Pericote, por ejemplo, que era el mayor, ya usaba pantalones largos y se afeitaba el bigote. Aspiraban todos a pasar al quinto grado, a servir de semilla para la creación de un quinto grado en Ortiz, que no existía desde mucho antes de la peste española. El señor Núñez y la señorita Berenice, infinitamente más nerviosos que sus discípulos, sabían de antemano que aquello no era posible. Con anquilostomos, con paludismo, con miseria, con olvido no era posible que aquel puñado de rapaces infelices aprendiera lo suficiente para aprobar un examen que iba a cumplirse de acuerdo con las sinopsis elaboradas en Caracas para niños sanos y bien nutridos. La señorita Berenice estaba más lirio que nunca y el señor Núñez se secaba el sudor con un pañuelo a cuadros mientras el bachiller de Calabozo dictaba las tesis correspondientes a la prueba escrita…

29
Fueron días, noches, semanas de lluvia. Cuando escampaba, el río intentaba regresar lentamente a su lecho y dejaba un rosario de charcas a ambos lados. Se estancaba el agua en los barrancos, en los altibajos de la sabana, en los corrales de las casas. Los nuevos aguaceros salpicaban sobre esas pupilas de aguas tranquilas y tejían una huella como de pájaro invisible que pasase sin posarse.
Al cristal fangoso de los charcos, al limo verdoso de los pozos, al caldo sucio y, más aún, a la linfa clara, siempre que estuviese quieta la superficie, llegaban los mosquitos. Venían de todas partes, del norte y del sur, del este y del oeste, a vivir su breve vida de veinte días, a nutrirse, a reproducirse y a morir en aquel anegado recodo de tierra llanera.
Sobre una hoja inmóvil, detenida en mitad del agua muerta, se paraba una brizna imperceptible provista de alas y de vida. Era una hembra que venía a poner sus huevos. Los huevitos caían por centenares, hermanados en una cinta finísima, y se esparcían luego sostenidos en flor de charca por flotadores microscópicos. Nutriéndose de substancias misteriosas de la naturaleza, o de despojos de insectos muertos, o comiéndose a la propia madre, se desarrollaban las larvas que de las cáscaras de los huevos surgían. Las larvas eran largos gusanitos de anillos peludos que en su madurez se enroscaban en negros signos de interrogación antes de transformarse en mosquitos recién nacidos. Entonces, ya briznas con alas y vida, abandonaban el agua de la poza en la curva del primer vuelo, los machos hacia los árboles en demanda de jugos vegetales, las hembras hacia las casas en busca de sangre humana.
En el rincón más oscuro de los ranchos, nacidos con el instinto alevoso de ocultarse para el asalto, voraces filamentos alados, las hembras acechaban al hombre, a la mujer y al niño. Ávidas agujas de la noche, caían sobre los cuerpos dormidos, clavaban los empuntados estiletes y sorbían la primera ración de sangre. El silencio se cruzaba de agudos zumbidos y una pequeña voz gimoteaba en el catre:
—¡Mamá, que me pica la plaga!
Se hundía el aguijón aquí y allá, una y mil veces, en la piel del niño sano y del niño enfermo, en la choza del hombre sano y del hombre palúdico. La sangre contaminada irrumpía en el organismo del insecto, estallaba en flameantes rebenques, copulaban hasta fusionarse las células machos y hembras, se enquistaban en las paredes del diminuto estómago y se rompían luego en menudos globos estriados que se esparcían por el pequeño cuerpo y se estancaban en el pocito mínimo de la saliva.
Cumplido proceso tan complicado en tan exiguo espacio, volvía una y otra vez el mosquito en busca del hombre, de la mujer, del niño, pero llevaba entonces la trompa envenenada. Sepultaba con el espolón las células malignas que se diseminaban carne adentro, se albergaban en una víscera e irrumpían finalmente en la sangre humana. En el de la sangre cada núcleo se estrellaba en cien núcleos, en cien protoplasmas cada protoplasma y todos a un tiempo se nutrían de rojas substancias vitales, segregaban pigmentos que eran gérmenes de fiebre y hacían arder el cuerpo entero en la llama estremecida del paludismo.

31
La salida de aguas arrojó sobre Ortiz y sobre Parapara, sobre todos los caseríos contiguos, una implacable marea de fiebre y muerte que amenazó con borrar para siempre el rastro de aquellos pueblos.
—¡Qué perniciosa tan terrible! —decía el señor Cartaya—. Si no fuera porque aquí no queda gente, sería la más mortífera que hubiera visto Ortiz en toda su historia. Pero es que ya no encuentra a quien matar...
Encontraba a quien matar. Hombres ya enflaquecidos por el paludismo crónico, ya sepultados en un fatalismo indefenso, recibían en el cuero apergaminado el alfilerazo mortal del mosquito que escupía la perniciosa. Ésta no era la fiebre que bajaba a las pocas horas sino un continuo arder, día y noche, entre contorsiones y delirios.
—¡Es la económica! —sollozaba una mujer aterrada al borde de un chinchorro.
Era, en efecto, «la económica», la que mataba en menos de cuatro días, sin dar tiempo a gastar en quinina, ni en curanderos, ni en médico, que tampoco había ya por esos lados.

Nada podían hacer Cartaya, ni el padre Pernía, ni Carmen Rosa, ni la señorita Berenice, ni Sebastián cuando estaba presente en Ortiz, frente al coro de alucinaciones y estertores, frente a los cuerpos que se consumían como leños en la penumbra de los ranchos.
—Entren para que lo vean. ¡Se va a carbonizar, Dios mío!
Al entrar hallaban a un hombre, o a una mujer, o a un niño, un rostro iluminado por el rosetón infernal de la fiebre, un pecho respirando a duras penas, unos ojos semicerrados como si eludieran el resplandor ausente del sol.
—¡Es la económica! —asentía amargamente el señor Cartaya.
Y morían. Morían en la zona confusa que sucedía al delirio, entre desacoplados estremecimientos y un impotente, desesperado afán de atrapar un trago de aire que ya no llegaba a los pulmones.
Se fueron muchos de los pocos que quedaban vivos, inclusive Epifanio, el de la bodega. Epifanio se vanagloriaba a menudo:
—A mí nunca me ha pegado el paludismo. Ni me pega ya.
—Mi sangre le hace daño a los mosquitos.
—La plaga pasa de lejos sin saludarme.
Y así parecía realmente. Desaparecieron varias generaciones de orticeños, llegaron y se marcharon bandadas de insectos, entraron y salieron sesenta veces las lluvias, y Epifanio seguía en pie con sus sesenta años lozanos, barrigón y refunfuñante, despachando papeletas de quinina y velas de a medio en la bodega o tocando el arpa el día de Santa Rosa.


32
Más allá, después del talud arenoso, después del rimero de pascuas moradas, después del araguaney florecido, estaba Ortiz, estaba Carmen Rosa esperándolo.
Pero Sebastián ya no era el mismo que echó pierna al rucio en Parapara. Le dolía en punzada la cintura, como después de haber realizado un esfuerzo físico superior a su resistencia. Violentos escalofríos le sacudían las vértebras.
Descendió en el caserón de Cartaya, metiendo el caballo por el zaguán hasta el patio, quitándose el sombrero para no tropezar con las vigas del corredor, y contrajo el gesto en una mueca dolorosa al caer en tierra. Sentía una daga de afilada piedra clavada en los riñones.
—Vengo con calentura —dijo a Cartaya—. Avísele a Carmen Rosa y déme quinina.
Advertía el subir de la fiebre en sus venas, el desbocarse del pulso, el secarse de los labios. Los huesos del cráneo le pesaban como lingotes.
—Métete en el chinchorro y arrópate bien que el frío que se te viene encima no es para gente— le aconsejó el viejo Cartaya.
Se tendió en el chinchorro y se dispuso estoicamente a recibir la acometida del acceso palúdico. Pero la quinina, lejos de mejorarlo como en anteriores ocasiones, agravó sus males. Se le descuadernaba la quijada en el castañeteo de los dientes. El dolor de la cabeza remontaba en una escala enloquecedora. Sebastián se arqueó al borde del chinchorro y se volcó en un vómito amargo y turbio. Tenía el rostro amarillo como el corazón del huevo, como las flores silvestres de la sabana.
El señor Cartaya acudió de nuevo a su lado.
—Pásate al catre, muchacho— dijo.
Y, mientras lo ayudaba penosamente a trasladarse, el viejo estaba pálido de espanto.
OTERO SILVA, Miguel. Casas muertas. En: http://www.analitica.com/bitblio/mos/casas_muertas.asp

(8) Arnoldo Gabaldón
Biografía elaborada por
Oswaldo Carmona
Arnoldo Gabaldón Carrillo, hijo único de Don Joaquín Gabaldón y Doña Virginia Carrillo, nació el 1 de marzo de 1909 en la ciudad de Trujillo, estado Trujillo en Los Andes de Venezuela. Sus padres forjaron en él una recia disciplina. Sus primeras letras las aprendió con la maestra Etelvina Valera Hurtado. Su educación primaria la realizó en el Colegio Federal de Trujillo bajo la dirección del Doctor Francisco Parra y allí conoció el valor de la "palmeta" para la formación del carácter de los niños de la época.
Durante su bachillerato, Arnoldo Gabaldón recibió enseñanzas de hombres como Régulo Pérez, Claudio Llavaneras, Rafael Montilla y Monseñor Etanislao Carrillo. Sus compañeros de bachillerato: Leopoldo Briceño Iragorry, Joaquín Gabaldón Márquez, Numa Quevedo y Cesar Briceño, entre otros.
Eran bachilleres de pueblo pero cuando llegaron a Caracas para realizar sus estudios superiores ya habían leído a autores como Spencer, Dante, Buffon, Gil Fortoul y también a muchos autores franceses. Eran jóvenes que se interesaban por todo lo que pasaba en el mundo.
Arnoldo Gabaldón, una vez en Caracas, comienza a leer libros relacionados con las ciencias naturales y decide estudiar Medicina que era lo más cercano a su área de interés. Desarrolló interés especial por los parásitos humanos, especialmente por los protozoarios, a los cuales pertenecen los plasmodios causantes del paludismo que estaba acabando con la población venezolana. Se decía que ir a los llanos venezolanos equivalía a formar su propio certificado de defunción.
El joven Arnoldo Gabaldón forma una excursión de catorce personas para dirigirse a las tierras de Monay, donde casi todos sus habitantes tenían amagos de fiebre.
Tres años después se determina que el zancudo vector de esas fiebres maláricas venezolanas era el Anopheles darlingi. Ya la sabiduría popular sospechaba del mosquito inoculador de fiebre y muerte durante las primeras tres décadas del Siglo XX.
Los mentores de Arnaldo Gabaldón durante sus estudios médicos fueron los doctores Jesús Rafael Rísquez y Enrique Tejera, época en la que el joven Gabaldón se desempeñaba como ayudante de Bacteriología y Parasitología en la Dirección Nacional de Caracas, de 1928 a 1930. También el Dr. Luis Razetti lo estimuló para viajar al exterior. En esa época nació una sincera amistad con Rómulo Betancourt, a quien acompañó durante todo el quinquenio de su gobierno. Su lucha contra la dictadura de Juan Vicente Gómez lo llevó a la cárcel. Eran tiempos de revolución.
Gabaldón comienza a leer sobre todo lo relacionado con el arte de la guerra, adquiriendo la preparación para la acción y la disciplina para ejecutarla.
En 1930 se graduó de Doctor en Ciencias Médicas junto a personalidades como Rafael Vegas, Elías Toro, José Rojas Contreras, Antonio Parra León y Jorge González Celis, entre otros.
Contrajo matrimonio con María Teresa Berti con quien tuvo cinco hijos: Arnoldo José, Mariela, Ileana, Virginia y Reinaldo.
Venezuela no podía avanzar si no se erradicaba el paludismo. Por ello se funda la Dirección General de Malariología y una escuela anexa para preparar especialistas en el tema. Gabaldón es nombrado Director General de la mencionada División y, como Encargado de la escuela, al Dr. Alberto J. Fernández. Para ese momento, Gabaldón ya había ido al extranjero y regresado con el título de Doctor en Ciencias e Higiene de la Universidad de John Hopkins, habiendo seguido también un curso de Malaria en 1931 en la Universidad de Hamburgo y en los laboratorios de la Fundación Rockefeller, en donde se compenetró en las infecciones experimentales de la malaria en el mono y en los aspectos anatomopatológicos de la enfermedad.
Arnoldo Gabaldón comienza a usar sus "tácticas militares" contra la malaria y en una conferencia dijo: "El capitán que no conoce a fondo el frente dominado por el enemigo, abocado está a una derrota, o por lo menos a no conseguir victoria alguna".
La lucha comenzó examinando más de 100.000 niños de las zonas bajas de Venezuela, se examinan más de medio millón de mosquitos con sus larvas para definir la geografía de los vectores, se realizan más de tres millones de visitas buscando enfermos y se realizan 8.000 exámenes microscópicos para la detección del Plasmodium. Así se define el problema y se concluye que son los llanos venezolanos los más afectados y que son los charcos y pantanos los principales criaderos de los anofelinos.
Por otra parte, se repartieron gratuitamente casi cinco millones de tratamientos con quinina con sus respectivas instrucciones, a través de los empleados de telégrafos y correos y los directivos y subalternos federales o estadales.
Gabaldón viaja a todos los pueblos de Venezuela para comprobar personalmente la gravedad del mal y esto lo hace vestido de Kaki y con botas como un obrero.
En 1943 Arnaldo Gabaldón viaja a los Estados Unidos a dictar cursos sobre malaria a los médicos norteamericanos que irían al Pacífico. Un general del ejército le comenta la existencia de un "polvo mágico" (aun secreto militar) que se estaba empleando con éxito en las zonas palúdicas. Se trataba del DDT.
Al regresar a Venezuela comienza su campaña de esparción del DDT por los campos y ciudades, además de llenar con cemento los malos caminos y acabar con las zanjas y charcos. Pero lo más importante fueron las cuadrillas de trabajadores que en grupos de tres iban a rociar el interior de las viviendas y demás sitios donde reposan los mosquitos. Venezuela fue el primer país que empezó su campaña en escala nacional, a base del DDT, contra la malaria.
Esta técnica abre sus fuegos en Morón, estado Carabobo, una de las regiones más azotadas por el paludismo.
Arnoldo Gabaldón aumentó en seis meses la esperanza de vida al nacer del venezolano por cada año de trabajo en el Ministerio de Sanidad. El promedio de vida del venezolano fue elevado de 63 años en 1958 a 66 años en 1963. Gabaldón era el protagonista de esas mejoras en la salud del pueblo venezolano, no sólo por la lucha contra el paludismo sino también por todas las medidas para controlar otras patologías como la gastroenteritis y las neumonías, causantes de una elevada mortalidad infantil.
El área de erradicación del paludismo lograda por Gabaldón en Venezuela fue 169.000 Kilómetros cuadrados, superada sólo por a Unión Soviética y los Estados Unidos de Norteamérica.
Arnoldo Gabaldón recibió numerosas condecoraciones tales como: Orden del Libertador, La Cruz de Boyacá, el Premio y Medalla Darling y la prestigiosa condecoración "Plato Dorado" entregada por la Academy of Achievement de California, por haber vencido la batalla contra el vector de la malaria.
Publicó más de ochenta trabajos científicos y Arnoldo Gabaldón fue consultado por Brasil, Turquía, La India y otros países sobre la erradicación del paludismo. Se transformó en un insigne científico cuyo nombre aparece en enciclopedias y textos científicos. Siempre se alejó presuroso del protocolo y muchos lo consideraban como un mito. No hay palabras suficientes para expresar gratitud a Arnoldo Gabaldón, por habernos alejado de la muerte y la desolación. Su muerte física ocurrida el 1 de septiembre de 1990 deja un vacío en todos los venezolanos pero su obra lo ha hecho inmortal.
En: http://www.cazadoresdemicrobios.com.ve/capitulos/arnoldo_gabaldon.html

En este enlace de la Universidad Central de Venezuela también encontrarás información muy importante sobre el doctor Gabaldón y su obra:
En: http://caibco.ucv.ve/caibco/vitae/VitaeUno/Persona/Gabaldon/suscom.htm




















(3)
Arnoldo Gabaldón, la batalla contra la malaria Proyección de cine


Fechas
06/02/2007 (19:00)
Lugar
Instituto Cervantes
Na Rybnícku 536/6Praha 2 Praga (REPÚBLICA CHECA)
Tlf: + 420 221 595 211Fax: + 420 221 595 299
cenpra@cervantes.es
http://praga.cervantes.es

Entidades colaboradoras

Embajada Bolivariana de Venezuela (Praga)

Con el paso de los años, el nombre de Arnoldo Gabaldón (1909-1989) acrecienta su importancia en la memoria histórica de la Venezuela contemporánea. Y es que resulta tarea imposible no contemplar con admiración, y cierto dejo de nostalgia, el paradigma cívico contenido en su trayectoria ejemplar de hombre de ciencia, de funcionario público dedicado con pasión a la salud de sus compatriotas. En treinta minutos, el documental le rinde homenaje a Arnoldo Gabaldón, investigador incansable que se dedicó a analizar la realidad malárica nacional de su tiempo y se propuso crear una estrategia de ataque que permitiera combatir el flagelo y lo logró. Vivencias, anécdotas y reflexiones de los protagonistas de aquella época quienes tenían como lema “Servir a Venezuela y no servirse de ella”.

Dentro de
Cine Archivo Bolívar Films. Ciclo de cine
Ficha técnica


Título:

Arnoldo Gabaldón, la batalla contra la malaria

Director:

Carmen La Roche

Año producción:

2005

Formato:

DVD

Duración:

cortometraje - 30 min

País producción:

Venezuela

Versión original:

español





En: http://praga.cervantes.es/Cultura/Fichas/Ficha39743_63_1.htm

domingo, 21 de junio de 2009

LA SEÑORITA CISNEROS

LA SEÑORITA CISNEROS
María de Jesús Romero de Matute
En el año de 1930, existían en San Carlos dos escuelas de niñas y una de varones: la escuela de la señorita Pilar González, ubicada en la casa que luego perteneció a mi entrañable compadre Andrés Herrera y la Escuela Alejo Fortique (1), atendida por la señorita Cisneros en una casa ubicada en la calle Sucre cruce con Carabobo; en los años cincuenta, esa casa perteneció a don Carlos Ortega Lima. La señorita Pilar González era hermana del entonces Secretario General de Gobierno, don Eugenio Mariano González Padilla, casado con doña Lastenia Méndez de González, quienes fueron padres de Marianito y Felipe González, amigos de mi esposo Luis Manuel.
La Escuela de Varones Carlos Vilorio estaba situada en la calle Sucre cruce con Figueredo. Esa casa luego le decían La Monaguera, pues en ella vivieron muchos años el músico Benito Monagas y su esposa Clotilde Domínguez de Monagas, con sus ocho hijos: José Ruperto, Osvaldo, José Tadeo, Nelson, Benito, Emilia, La Nena, Nereida y Clotilde.
Ese año 1930, cumplidos mis siete años, comencé el primer grado en la escuela de la señorita Cisneros. Era una hermosa mujer blanca, altísima, elegante, de cabello negro, ojos pardos y de suaves modales. Se llamaba Isabel y las alumnas le decíamos la señorita Isabel. Vivía con sus cuatro hermanos, Luisa, Eugenia, Clemencia y Manuel.
La casa de los Cisneros era una típica casa de la época, pintada de color crema, o cualquier color pastel, no chillón: a la entrada, el zaguán, y luego un ancho corredor sostenido por pequeñas columnas. Hacia la calle daban dos amplias habitaciones con grandes ventanas, cada una con sus dos poyos; los poyos eran una especie de banquitos adosados donde la gente se sentaba a contemplar la calle o las personas que pasaban por allí. Luego del corredor venía el comedor, que era el salón de clases. Un gran patio se encontraba en la parte de atrás, lleno de árboles frutales como guayabas y mangos; era nuestro sitio preferido pues allí pasábamos el recreo jugando.
Luisa preparaba dulces y tortas por encargo. Eugenia era modista, y la más bonita de las hermanas; hacía sus vestidos con mucho gusto y de gran elegancia. Clemencia tenía una quincalla dentro de la casa, lo que hoy llaman mercería: vendía hilos, madejas, botones, agujas, encajes, adornos. Y Manuel tenía una pulpería (pequeño abasto) en la cual se podían encontrar víveres y frutos diversos: maíz, yuca, granos, guanábanas y gran variedad de quesos.
Los hermanos Cisneros Calzadilla eran parientes, primos, de Hipólito Cisneros (2), distinguido educador, uno de los fundadores de la Federación Venezolana de Maestros (3), quien firmó mi certificado de cuarto grado en el año 1934. En Cojedes se desempeñó como supervisor del Ministerio de Educación. Varios institutos educativos en Venezuela llevan su nombre. En San Diego, estado Carabobo existe el Liceo Bolivariano Hipólito Cisneros, también en Caracas. El maestro Hipólito firmó mi certificado de cuarto grado.
La señorita Cisneros me enseñó a leer, escribir, aritmética y labores. Asistíamos a la escuela de lunes a sábado de ocho a once de la mañana y no existía el uniforme escolar. Yo salía de la Casa Grande muy temprano y me iba caminando desde la calle Libertad hasta la Sucre con Carabobo: cinco largas cuadras. Cuando pasábamos por la Escuela de Varones los muchachos nos decían piropos y a las niñas no nos gustaba. Al cabo de un tiempo no lo hicieron más; supimos que fueron regañados y castigados por falta de respeto.
En cada jornada teníamos un receso de media hora, que utilizábamos para jugar las llamadas Cuarenta Matas o también El Escondido. Una de las niñas se acercaba a un árbol y se cubría los ojos con las manos contando hasta cuarenta. Ese tiempo lo utilizaba el resto de las niñas para esconderse. El asunto era que la niña que se cubría los ojos con las manos, debía encontrar al resto que estaba escondido. Al encontrar a la niña, se corría hacia el sitio donde se había contado hasta cuarenta. La primera que llegara debía gritar: “¡Tai”.
También recitábamos versos:
TILINGO, TILINGO. (4)
Tilingo, tilingo,
mañana es domingo.
Se casa la Pita
con Juan Tarabita.
¿Quién es la madrina?
Juana Catalina.
¿Quién es el padrino?
Pepe Barrigón.
El que hable primero
se traga el tapón.
Yo no me lo trago
porque tengo la llave
de San Simón.
Había un juego prohibido en la escuela: Carolina, Carolina. Se escogía una niña que sería Carolina, quien se colocaba en el centro de una rueda de niñas:
Carolina, Carolina,
Fue por vino
Y quebró el vaso.
¿Quién le agarra
el culo a Carolina?
Y todas respondíamos:
¡Yo!¡Yo!¡Yo!
Y salíamos todas corriendo. La que se dejaba agarrar por Carolina, tomaba su puesto. Ya se dan cuenta por qué estaba prohibido ese juego en la escuela. Por la palabrota. Lo jugábamos cantando bajito. Si alguna de las hermanas de la señorita Cisneros se enteraba, nos amenazaba con castigarnos; pero la señorita nunca lo hizo, era una dama.
También jugábamos el Alé limón: Dos niñas alzaban sus brazos y enlazaban sus manos, como un arco. Se llamaban guayaba y limón, o naranja y lechosa, o guanábana y mango, las frutas que quisieran. El resto de las niñas hacía un trencito y comenzaba a pasar por debajo del arco cantando:
ALÉ LIMÓN. (5)
Alé limón,
alé limón,
el puente se ha caído.
Alé limón,
Alé limón,
Mándalo a componer.
Alé limón,
Alé limón,
¿Con qué dinero?
Alé limón, Alé limón
Con cáscara de huevo.
¡Sol!¡Sol!¡Sol!
Entonces se le preguntaba a la niña que quedaba debajo del arco: “¿Con quién te quedas, con lechosa o mango?”. El equipo que tenía más niñas era el ganador. Y, a veces, las niñas terminábamos el juego halando hacia sus lados. Si alguien se caía, ganaba la fila que se mantuviera en pie.
Para aprender a leer utilizamos el llamado Libro Primario Azul. Los sábados hacíamos labores: bordar, tejer, pegar botones, entre otras cosas y utilizábamos liencillo e hilo rojo para hacer las tareas de bordado. Fue un largo primer grado, duró más de dos años. Pero no fue que nos aplazaron, es que era una vida tan tranquila que no nos dábamos cuenta que el tiempo pasaba.
Jamás olvidaré a la señorita Isabel Cisneros con un hermoso vestido color vino tinto, estampado con banderitas amarillas y azul marino, esperándonos en la puerta de su casa para enseñarnos todo lo que sabía. Tanto nos enseñó que del primero pasamos al tercer grado.

(1) En su blog La Guayana Esequiba, el profesor Oscar Márquez, de la Universidad Central de Venezuela, escribe sobre el doctor Armando Rafael Rojas: En 1960 publica la “Biografía de Alejo Fortique (1797 – 1845)”, el primer diplomático venezolano en iniciar las reclamaciones formales ante el Gobierno Británico por los territorios ubicados al Oeste del río Esequibo. Señala Armando Rojas sobre Fortique que en los seis años de su misión en Londres merecen destacarse, por su importancia y naturaleza del asunto, tres cuestiones: el arreglo de la deuda extranjera, la negociación del Tratado de Paz con España y la negociación de límites con la Guayana Británica.En la citada biografía dice de Alejo Fortique que “…es uno de los paladines más esforzados en la defensa de nuestros intereses más vitales, deberá servirnos de ejemplo y de guía…” y concluye su obra señalando “…la vida y la gestión diplomática del Dr. Alejo Fortique constituye un paradigma al que deben volver sus ojos todos los aspirantes a servir a nuestro país en el campo de las relaciones internacionales…” También Armando Rojas es autor de la obra “Los papeles de Alejo Fortique”.
En:
http://laguayanaesequiba.blogspot.com/2008/03/la-guayana-esequiba-y-el-dr-armando.html

Sobre Alejo Fortique puedes consultar también:

ARCINIEGAS DUARTE, Orlando. Alejo Fortique y la firma del tratado de reconocimiento de Venezuela por España. Valencia. Revista Mañongo. Número 17, 2001. pp. 237 – 265.
En:
http://servicio.cid.uc.edu.ve/postgrado/manongo17/17-3.pdf


(2) y (3) MAÑANA SE CELEBRA EL DÍA DEL MAESTRO
Valencia, enero 13, 2008 (Marja Cicero).-
Mañana 15 de enero, los docentes de todo el país celebran los 76 años del Día del Maestro, fecha en la cual se honran y veneran las luchas reivindicativas emprendidas y las labores desarrolladas en pro del beneficio de la educación venezolana.
El camino transitado por el gremio ha sido largo y difícil, pero siguiendo el ejemplo de los grandes maestros de la historia de Venezuela, Andrés Bello y Simón Rodríguez, sus representantes nunca se han doblegado.
Las exigencias y demandas en materia educativa y salarial, indistintamente de la coyuntura política presente en la nación, siempre se han mantenido vivas junto al trabajo perseverante a favor de la libertad, la democracia y el respeto a los derechos de los ciudadanos.
Una historia de luchas y valentía
En medio de la dictadura de Juan Vicente Gómez, un grupo de maestros decide unirse con el propósito fundamental de defender los derechos laborales de los docentes y mejorar la educación en Venezuela.
De esta manera, el 15 de enero de 1932, reunidos en la sede del Colegio Vargas ubicado en la ciudad de Caracas, los educadores crean la Sociedad Venezolana de Maestros de Instrucción Primaria.
La recién instaurada organización comenzó sus labores basadas en el progreso de la educación venezolana, puesto que para aquella época los índices de analfabetismo era sumamente altos.
Pero, el gobierno dictatorial de Gómez no vio con buenos ojos las acciones emprendidas por el movimiento gremial magisterial y por ello, a través del Ministerio de Instrucción Pública, ordenó su inmediata disolución.
Frente a esto, los educadores continuaron su ardua lucha en la clandestinidad, sufriendo constantes persecuciones y prisión. Importantes educadores conformaban las filas de la organización, a saber: Luis Beltrán Prieto Figueroa, Miguel Zuniaga, Luis Padrino, José Antonio López, Víctor Manuel Orozco, entre otros.
Varios años transcurrieron hasta la muerte del dictador Juan Vicente Gómez en 1936, acontecimiento que permitió a los docentes proseguir sus labores abiertamente.
Así, la Sociedad Venezolana de Maestros de Instrucción Primaria llevó a cabo la primera convención nacional del magisterio, actividad que se desarrolló en la capital de la República desde el 25 de agosto hasta el 5 de septiembre de 1936.
El evento estuvo presidido por el maestro Luis Beltrán Prieto Figueroa en compañía de Roberto Martínez Centeno, Luis Fargiña Linares, Hipólito Cisneros, Jesús Fuenmayor, entre otros.
Diversos tópicos se abordaron y aprobaron durante la convocatoria: la tabla de los derechos del niño venezolano, la selección del 15 de enero como Día del Maestro y la transformación de la Sociedad Venezolana de Maestros de Instrucción Primaria en Federación Venezolana de Maestros (FVM), denominación que se mantiene hasta nuestros días.
Seguidamente, en el gobierno del General Isaías Medina Angarita, la organización gremial centró sus acciones en la modernización del sistema educativo venezolano, así como también en las mejoras de las condiciones de trabajo y salariales de los maestros.
Ante esto, el nuevo gobierno reconoce la significación de las labores desarrolladas por el magisterio, decretando la celebración del Día del Maestro el 15 de enero de cada período.
Posteriormente, entre los años 1949 y 1958, cuando la dictadura nuevamente se apodera de Venezuela en las manos del General Marcos Pérez Jiménez, la FVM disminuye su trabajo dado que muchos de sus integrantes se ven obligados a abandonar el país, por estar ligados al sustituido gobierno democrático.
Cabe destacar, que durante el mandato de Pérez Jiménez, la fecha para la celebración del Día del Maestro fue modificada para el 29 de noviembre, natalicio de Andrés Bello, como un homenaje a quien guiara la educación de El Libertador Simón Bolívar.
A partir de 1959, tras la caída de la dictadura pérezjimenista, fue retomada la fecha fijada inicialmente por Medina Angarita en 1942 y en la que actualmente se rinde homenaje a los docentes venezolanos.
Exigencias para el 2008
Ante tan especial fecha, la presidenta del Colegio de Profesores Seccional Carabobo, Omaira Medina, afirmó que el magisterio en general "ratifica su compromiso de contribuir con el fortalecimiento de los principios y valores de una educación libre, democrática, popular y científica".
Resaltó que, hoy más que nunca, las condiciones laborales de los educadores "están siendo duramente golpeadas", viendo reducidas las conquistas sociales y académicas que impulsaron a los docentes a formar ciudadanos de primera, dentro de la concepción de una educación de calidad para todos los individuos.
Por este motivo, Medina señaló que la mayor aspiración del gremio durante esta significativa celebración es que el Gobierno Nacional, a través del Ministerio del Poder Popular para la Educación, "solvente la gran deuda que tiene con los educadores iniciando la discusión del Quinto Proyecto del Contrato Colectivo, que no sólo es importante desde el punto de vista de las reivindicaciones y el aspecto económico, sino también en el ámbito académico, profesional y sindical".
Asimismo, el máximo representante de la Federación Venezolana de Maestros en la región, Rubén Darío Pérez, apuntó que dicho contrato está vencido desde hace dos años, por lo que se hace inminente su pronta negociación. También, hizo un llamado al Ministerio para que cancele las prestaciones sociales a los casi 60 mil educadores jubilados en los años 2003, 2004, 2005, 2006 y 2007, "porque son miles de millones de bolívares que el Ejecutivo le adeuda a los docentes".
En cuanto a las actividades previstas para mañana martes 15 de enero, Pérez informó que, a las 9:00 a.m., se llevará a cabo una misa de acción de gracias desde la Catedral de Valencia y luego, a las 10:00 a.m., se procederá a colocar una ofrenda floral ante el Monolito del Padre de la Patria, ubicado en la Plaza Bolívar.
Finalmente, indicó que los días miércoles, jueves, viernes y sábados continuará la celebración en diferentes municipios de la entidad carabobeña.
En:
http://www.notitarde.com/historico/2008/01/14/valencia/valencia12.html

(4) RODRÍGUEZ MARÍN, Francisco. Cantos populares españoles. Ediciones Espuela de Plata. Edición de Enrique Baltanás.
En:
http://books.google.co.ve/books?id=0Niw324ktcUC&printsec=frontcover&source=gbs_v2_summary_r&cad=0

(5) SÁNCHEZ – BLANCO CELARÍN, María Dulce. Dos canciones infantiles con mucha historia. Universidad de Murcia. Historia, teoría y crítica. En:
http://cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/1294832544904372854343/210156.pdf

domingo, 14 de junio de 2009

SAN CARLOS EN MI CORAZÓN

SAN CARLOS EN MI CORAZÓN


María de Jesús Romero de Matute

Desde hace muchos años veo a mi hija Hedilia y a mi nieto Stephan, como dicen ellos, navegar por la red. Observo que muchas cosas que antes teníamos que realizar trasladándonos de un lugar a otro, lo hacen en esa pequeño aparato llamado laptop. Creo que en ese aspecto, la vida es menos complicada hoy en día. A veces, mi hija me dice, entre risas: “Voy a la librería, voy de compras” y no sale de casa. Para conocer sobre algo o alguien, lo buscamos en la internet. Me parece maravilloso. Nunca tuve un diario. He sabido de muchas personas que se llaman blogueras y escriben sobre un tema que les interesa. Todavía tengo muchos recuerdos de mi adorado San Carlos y no quisiera que esos recuerdos se perdieran, pues una de las pocas cosas buenas que me quedan, además del humor y el carácter, es la memoria. “¿Qué es un blog?”, pregunté a Hedilia. “Es como los diarios de antes, pero en la internet”, me contestó; “se pueden hacer con un tema determinado o puedes escribir lo que quieras”, añadió. Lo buscamos en la internet y dice es.wikipedia.org: “Un blog, o en español también una
bitácora, es un sitio web periódicamente actualizado que recopila cronológicamente textos o artículos de uno o varios autores, apareciendo primero el más reciente, donde el autor conserva siempre la libertad de dejar publicado lo que crea pertinente. El nombre bitácora está basado en los cuadernos de bitácora. Cuadernos de viaje que se utilizaban en los barcos para relatar el desarrollo del viaje y que se guardaban en la bitácora. Aunque el nombre se ha popularizado en los últimos años a raíz de su utilización en diferentes ámbitos, el cuaderno de trabajo o bitácora ha sido utilizado desde siempre. Este término inglés blog o weblog proviene de las palabras web y log ('log' en inglés = diario). El término bitácora, en referencia a los antiguos cuadernos de bitácora de los barcos, se utiliza preferentemente cuando el autor escribe sobre su vida propia como si fuese un diario, pero publicado en la web (en línea)”.
Le dije: “Me gustaría tener un blog y contar lo que viví cuando San Carlos despertó al siglo XX”. Así, casi todas las tardes me siento al lado de Hedilia y comienzo a contarle algún recuerdo de mi San Carlos, pueblo maravilloso en el cual transcurrieron casi ochenta años de mi vida. Mi nieto Stephan ayuda con los aspectos técnicos del blog. Ellos me echan broma y me dicen que mi nueva profesión es bloguera.
Vi llegar los colegios públicos y privados, las calles asfaltadas, las cloacas, la luz eléctrica de manera definitiva y no racionada, los matrimonios de mis amigos/as, la política, los partidos, los bailes, las Semana Santa, los carnavales, las vacaciones, la Navidad, muchos inviernos, muchos veranos, tuve muchos amigos, los vi enamorarse, casarse, el nacimiento de nuestros hijos, de nuestros nietos y bisnietos, la muerte de muchos de ellos y de mis familiares, en fin, la evolución de un pueblo, desde la oscuridad en que se vivía, hasta bien entrado el siglo XX, hasta su hermoso despertar. No pretendo ser una historiadora oficial. ¡Dios me libre! Son solamente vivencias, desde mi humilde punto de vista.
Nací el 14 de junio de 1923 (1) en El Potrero, una pequeña comunidad cerca de San Carlos estado Cojedes, hace hoy ochenta y seis años, hija de Mario Pérez y Basilia Romero. Cuando tenía un año de edad, falleció mi madre y, como era la costumbre y obligación, me llevaron a la casa de mi madrina Juana Martina Marvez Hernández, luego casada con Santiago Moreno Herrera; en 1924, mi madrina tenía doce años. Me quiso desde que me vio. Era hija única de Gracia Hernández Moreno de Marvez y José Antonio Marvez. Quería una muñeca de verdad para jugar y llegué yo.
Mis primeras letras me las enseñaron mis dos mamás: Gracia y Juanita, las cuales me costaron bastantes coscorrones y pellizcos de parte de mi madrina. Mi mamá Gracia era un alma de Dios y no dejó nunca de consentirme y protegerme. Estudié el primer grado con la señorita Isabel Cisneros y el tercero con la señorita Blanca Meza; no fue como le dicen ahora, por promoción automática que llegamos al tercer grado. Resulta que la señorita Cisneros nos preparó tan bien que cuando llegó la señorita Blanca Mesa nos inscribieron en tercer grado. El cuarto grado lo estudié en la Escuela Alejo Fortique, con la maestra Juana Josefa Vargas; hasta ese año fue escuela de niñas. Luego me retiraron de la escuela pues, con la modernidad, se convirtió en escuela mixta y “las niñas no debían juntarse con los varones”, opinión del jefe de la casa de entonces, Santiago Moreno Herrera. Terminé mi sexto grado ya adolescente, en la escuela nocturna privada del profesor Pérez Lara.
Desde pequeña me gustaron las labores, así aprendí a cortar, coser, bordar. A escondidas utilizaba la máquina de mi mamá Juana. Pero era descubierta cada vez que se partía una aguja, cuestión que ocurría con relativa frecuencia. ¡Dios nos agarre confesados! Mi madrina Juanita se ponía brava (se disgustaba) y me regañaba, me reprendía y me daba unos cuantos coscorrones. En este momento nos reímos mucho Hedilia y yo. Me dice: “Vamos a buscar en el diccionario qué es un coscorrón, pues a lo mejor alguna persona joven lee esto y no conoce la palabra”. Creí que iba a buscar en el diccionario, pero no, en la misma laptop va a internet y la busca. Coscorrón, según el Diccionario de la Real Academia Española, “cosque
, golpe en la cabeza, que no produce sangre y duele; golpe dado en la cabeza con los nudillos de la mano cerrada”. También aprendí a tejer; en estos momentos tejo un edredón…espero que Dios me dé vida y salud para terminarlo.
Cosí muchos años. Siempre hice mi ropa y cuando nacieron mis hijas, las de ellas también, y las de algunas de mis nietas. El domingo pasado, mi hijo Hermann Gustavo me adelantó su regalo de cumpleaños y me trajo una máquina de coser marca Singer negrita, como las de antes, pero con su motorcito, sencillita, pues las que llaman digitales no las entiendo.
Otra de mis pasiones es la lectura. Mi primer libro me lo regaló Miguel Menotti Fraíno cuando tenía diez años: Las aventuras de Mickey Mouse, un libro amarillo que me lanzó por una de las ventanas de la casa, porque yo estaba enferma con una fiebre, me tenían encerrada y no me dejaban salir a jugar.
Tuve oportunidad de ser enfermera. Me fui a Caracas y no me gustó. Tuve oportunidad de ser actriz y no me dejaron, pues no era “un oficio decente”. Quise ser maestra y no me dejaron ir a El Mácaro, escuela para formar maestros que funcionaba como un internado mixto y era dirigido por maestros chilenos.
De toda la vida, me gusta desayunar leyendo el periódico. Antes sólo leía El Universal. Ahora también leo El Carabobeño. A los dos trato de resolver el crucigrama y los recorto. Espero hasta el día siguiente, veo las que me faltaron y los completo. Así se aprende más. Creo que el Sudoku es muy difícil, jamás me he propuesto resolver alguno. Si estuviera joven hoy en día sería periodista, debe ser fascinante ese proceso de recoger y dar una noticia y entrevistar a las personas.
Cocinar no me gustaba mucho, pero como todas las jóvenes de entonces, aprendí a hacerlo, dicen que muy bien.
Mi más grande devoción es para San Antonio de Padua; cuando tenía ocho años, en la casa grande había un oratorio con un altar. Allí habían muchos santicos; pero el que más me gustaba era un San Antonio sin cabeza. Como nadie lo quería, me lo llevé. Lo conservé durante muchos años. Luego compré una estampa del santo que me costó un medio (0,25 céntimos de antes). Cuando se me pierde algo, le rezo un padre nuestro y le pido que me lo encuentre. Cuando se aproximaba el examen final de cuarto grado, en el año 1934, estaba muy asustada, pues llegaba el supervisor a examinar. Hipólito Cisneros, un gran educador. La noche antes, le ofrecí a San Antonio de Padua rezarle un padre nuestro toda la vida, si aprobaba el grado. Aprobé y jamás he olvidado mi promesa. Es cierto que consigue todo. Pero no le pedí jamás un novio, pues decían que los conseguía muy bravos.
Mi primer trabajo fue como visitadora, durante la Campaña contra la Malaria del año 1937 al 39. Tenía catorce años. Entre los años 1940 y 1942 trabajé en la escuela de El Potrero de Manrique, que es distinto a El Potrero donde nací. Allí sustituí como maestra a la señora Arcelia Reyes de Blanco, quien ya tenía dos hijos y esperaba un tercero. En esta época compré mi primera máquina de coser, a plazos, al señor Santos Torres.
En 1942 regresé a San Carlos, pues me nombraron profesora de la Escuela de Labores Femeninas, que quedaba por la calle Sucre, frente a la Plaza Bolívar, al lado de la Unidad Sanitaria. Trabajé allí hasta el año 1951.
En 1951 eliminaron la escuela antes de terminar el año escolar, ni siquiera se pudo presentar la exposición, en un principio no supimos por qué. Luego, me contó Luis Manuel, mi esposo, que el gobernador del estado estaba faltándole el respeto a unas damas en el Bar Los Ranchos, propiedad de nuestro compadre Juan Rafael García, y entonces Luis Manuel lo retó a pelear. No pasó de allí pero la escuela la eliminaron. Mis cuatro hijos estaban pequeños y me dediqué a su crianza, pero sin abandonar la costura; cosía en la casa para todas las amigas y clientas, como se dice ahora.
En 1957, por cuestiones políticas, nos mudamos a Guanare. Allí hice una suplencia como escribiente en el Registro Principal.
En el año 1958 cae la dictadura y regresamos a San Carlos. Me incorporo a trabajar en la Junta Municipal como testigo de un partido político, tan chiquito que no me acuerdo de su nombre.
Para 1959, siendo gobernador del estado don Ladislao Iturriza Guillén, trabajé en las empresas del estado Cojedes, que en esos tiempos se encargaban de la luz eléctrica, el agua, carpintería, tipografía y una fábrica de bloques. Allí trabajé hasta que las eliminaron. Entonces, pasé a trabajar en el Hospital Antituberculoso Isaías Herrera como ecónoma, hasta el año 1961. Ese hospital funcionaba donde están hoy en día los bomberos de San Carlos, por la calle Sucre.
En 1963, tuve un expendio de estampillas. Trabajaba directamente con la Oficina de Timbres Fiscales de Valencia, a cargo del señor Cordero. Este trabajo duró poco, pues el sueldo era muy bajo, seiscientos bolívares al mes, además se tenía que pagar un seguro que costaba veinte mil bolívares al año.
Mi último trabajo fue como escribiente en el Registro Principal del estado Cojedes, en 1964. Me retiré por motivos de salud en 1975.
Me casé con Luis Manuel Matute en 1944, un hombre inteligente y culto que trabajaba en el Palacio Azul y era director de educación y estadística vital cuando era Presidente del Estado el doctor José Rafael Rotondaro (2 y 3) y era el general Isaías Medina Angarita el Presidente de la República.
Tengo cuatro hijos: Luis Rafael, Hermann Gustavo, María Elizabeth y Hedilia de la Cruz.
También tengo nueve nietos: Marielly Josefina Coromoto, Elihedilia Josefina, María Laura, Rafael Antonio y María Carolina Arteaga Matute; Fernando Manuel, Carla Josefina y María Gabriela Matute Ortega y Stephan José Gregorio Matute Romero. Y siete bisnietos: María Fernanda Ramírez Arteaga, Alejandro Luis de Jesús y Ashley Samantha Carvajal Arteaga, María Gabriela y Andrea Carolina Blanco Arteaga, Patricia País Matute y Rosiny Matute. Ashley es la única bisnieta que no conozco personalmente, pero converso con ella a través de la internet. El próximo agosto comienza el kinder. Nació en el North Broward Clinic Center hace cinco años en Fort Lauderdale, estado de la Florida, en los Estados Unidos de América. Dice Marielly que es muy inteligente y tremenda. Espero abrazarla y darle muchos besos este año en Navidad.
San Carlos en mi corazón, como lo manifesté anteriormente, es la expresión de mis vivencias en esa comunidad desde que llegué a la Casa Grande en el año de 1924; es mi recuerdo afectuoso para todas aquellas personas que vivimos, disfrutamos, padecimos, soñamos y sentimos esperanza en un futuro mejor para nuestros hijos. No aspira nada más.
Valencia, junio 14 de 2009.
(1) Nacidos en 1923

Tito Rodríguez, cantante, músico y director de orquesta puertorriqueño (f. 1973)
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5 de enero: Norberto Méndez, "Tucho", futbolista argentino (f. 1998)
·
5 de enero: Sam Phillips, músico (f. 2003)
·
6 de enero: Jacobo Timerman, periodista argentino (f. 1999)
·
6 de enero: Santiago Grisolía, bioquímico español.
·
21 de enero: Lola Flores, cantante, bailarina y actriz española (f. 1995)
·
28 de enero: Fausto Papetti, músico y orquestador italiano (f. 1999)
· 4 de febrero: Belisario Betancur, presidente colombiano 1982 – 1986.
·
12 de febrero: Franco Zeffirelli, director de cine italiano.
·
17 de febrero: John Marco Allegro, filólogo inglés (n. 1923)
·
18 de febrero: Allan Melvin, actor estadounidense (f. 2008)
·
1 de marzo: Antonio Lancuentra, profesor español (f. 1975)
·
18 de marzo: Frederik De Klerk, político sudafricano.
·
8 de abril: Tom Ford, industrial estadounidense.
·
20 de abril: Tito Puente, músico puertorriqueño (f. 2000)
·
8 de mayo: Cheikha Remitti, cantante argelina (f. 2006)
·
9 de mayo: Carlos Bousoño, poeta y crítico literario español.
10 de mayo: Henry Fok Ying-tung, empresario chino.
15 de mayo: Richard Avedon, fotógrafo estadounidense.
27 de mayo: Henry Kissinger, político estadounidense.
28 de mayo: György Ligeti, compositor húngaro (f. 2006)
31 de mayo:
Rainiero III, monarca monagués, príncipe de Mónaco (1949-2005).
29 de junio: Pablo García Baena, poeta español.
6 de julio: Nancy Reagan
8 de julio: Manuel Alvar, filólogo español (f. 2001)
12 de julio: Miguel Artola Gallego, historiador español.
23 de julio: Cyril M. Kornbluth, escritor estadounidense (f. 1958)
31 de julio: Ahmet Ertegün, productor musical estadounidense (f. 2006)
9 de agosto: Mário Cesariny de Vasconcelos, poeta y pintor portugués (f. 2006)
29 de agosto: Lord Richard Attenborough, actor británico.
2 de septiembre: Ramón Valdés, actor y humorista mexicano (f. 1988)
18 de septiembre: Xavier Vals, pintor español (f. 2006)
15 de octubre: Italo Calvino, escritor italiano (f. 1985)
26 de octubre: Joan Oró, bioquímico español (f. 2004)
27 de octubre: Roy Lichtenstein, pintor estadounidense (f. 1997)
1 de noviembre: Victoria de los Ángeles, soprano española (f. 2005)
22 de noviembre: Arthur Hiller, director de cine canadiense.
4 de diciembre: Maria Callas, soprano estadounidense de origen griego (f. 1977)
10 de diciembre: Jorge Semprún, escritor español.
13 de diciembre: Philip Warren Anderson, físico estadounidense
13 de diciembre: Pascual Enguídanos, escritor español (f. 2006)
En:
http://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Categor%C3%ADa:Nacidos_en_1923&from=Heller%2C+Joseph
(2) Fidel y José Rafael Rotondaro fueron dos distinguidos tinaquilleros que lucharon contra la dictadura gomecista. El primero formó parte de la llamada Generación del 28 y Presidente del Consejo Supremo Electoral 1958 – 1959. José Rafael Rotondaro fue Presidente del Estado Cojedes en el gobierno de Isaías Medina Angarita. El hospital de Tinaquillo comenzó a funcionar en una casa donada por la señora Joaquina de Rotondaro, madre de José Rafael y Fidel. En su honor lleva su nombre.

(3) Insurrección del 7 de abril de 1928
Movimiento insurreccional de carácter cívico-militar, liderado por Rafael Alvarado Franco, en contra de la dictadura de Juan Vicente Gómez. Su principal protagonista Alvarado Franco era un instructor de artillería, nacido en 1898 en Nirgua (Edo. Yaracuy), quien había realizado cursos de especialización y mejoramiento en Perú. La insurrección estalló al amanecer del 7 de abril de 1928 en el cuartel de Miraflores (por eso se le conoce también como Sublevación del Cuartel de Miraflores), sede teórica del Poder Ejecutivo, pues el presidente de la República para ese entonces, general Juan Vicente Gómez, había fijado su residencia en Maracay (Edo. Aragua) desde donde conducía al país. Dirigida por el propio capitán Rafael Alvarado contó con la cooperación de los subtenientes Rafael Antonio Barrios, Agustín Fernández, Leonardo Leefmans y Faustino Valero; los cadetes de la Escuela Militar, Eleazar López Wolkmar (hijo del general Eleazar López Contreras; entonces jefe de la guarnición de Caracas), Antonio J. Ovalles Olavaria, Benjamín Delgado Leefmans y Armando J. Chávez; algunos sargentos; los estudiantes universitarios Jesús Miralles, Fidel Rotondaro, Germán Tortosa, Francisco Rivas Lázaro, Antonio Arráiz, Juan José Palacios, Luis Manuel García, Gustavo Tejera y César Camejo; el dentista Rafael Franco; hijo; Francisco Betancourt Sosa; el capitán chileno Pedro Dubournais; los trabajadores Aurelio Esparragosa y Julio Naranjo, varios miembros de la Federación de Estudiantes Venezolanos y obreros de la fábrica de vidrio de Maiquetía.
Aunque los alzados lograron controlar el cuartel de Miraflores, cuando se dirigieron al Cuartel San Carlos para hacer lo mismo, se encontraron con que los allí comprometidos habían sido dominados por el propio general López Contreras. A pesar que el movimiento fue sofocado con facilidad por el gobierno de Gómez, el mismo demostró la existencia de tendencias contrarias al gomecismo, pero que no provenían del viejo caudillismo del siglo XIX. Años después el capitán Alvarado declararía sobre la sublevación: «...después de la fiesta de los estudiantes comprendí que el estado de ánimo del pueblo de Venezuela, en un momento dado, era posible que acompañara a un individuo de ideas nuevas (sin ser socialista) hasta la realización de un plan preconcebido...». En definitiva, todos los involucrados en la sublevación fueron detenidos y juzgados bajo condiciones de tortura y sevicia. El capitán Alvarado murió en la prisión del castillo de Puerto Cabello, el 12 de diciembre de 1933 y la mayoría de sus compañeros permanecieron en la cárcel hasta la muerte del general Gómez en diciembre de 1935. A manera de anécdota, tenemos que el expediente contentivo del juicio estuvo desaparecido hasta que, en 1977, fue localizado por Alexis Gallegos, hijo del novelista Rómulo Gallegos, quien lo entregó al historiador Rafael Ramón Castellanos que lo publicó, el año siguiente con notas y comentarios.
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En:
http://www.venezuelatuya.com/historia/insurrecion_7_abril_1928.htm