Valeriano Sánchez Ramos
Fray Pedro de Berja es muy conocido por la historiografía indiana, tanto española como latinoamericana, y especialmente la venezolana, país donde desarrollaría una enorme labor misionera. Cuando aludimos al término misional referido a Las Indias, debemos entender que no sólo se trata de un aspecto meramente religioso sino que la ingente tarea de educar a los indios, construir pueblos, ciudades, crear infraestructuras, dotándolas de medios (médicos, escribanos, justicia) es de tal calibre que la propia Corona -consciente de ello- requirió en muchas ocasiones los servicios de las órdenes religiosas para poder atender su vasto imperio. De otro lado, también hay que advertir que los frailes en América, junto a la labor evangelizadora, fueron los elementos más críticos con las actuaciones de la monarquía. Aún más, sus denuncias sobre el uso y abuso hacia los indígenas que realizaban muchos españoles, a través de las encomiendas, fueron tan duras que, en muchos casos, verdaderamente fueron considerados por sus propios compatriotas como enemigos.
Como decimos, la figura de este fraile capuchino es todo un hito en la historia de la segunda mitad del siglo XVII venezolano y, hasta el día de la fecha, se desconocía su nombre y apellidos. En la sencillez de su regla, como fraile menor franciscano, adoptó el nombre en religión de su pueblo natal y, a pesar de ser toda una celebridad misional, ni siquiera la orden conocía cual era su nombre en bautismo. Felizmente en una concienzuda investigación reciente, animada fervientemente por los hermanos Pepe y Leopoldo Villalobos Ibarra, encontré los datos para poder desvelar este secreto. A ellos agradezco su enorme interés en el tema, pues sin su afán de conocimiento nunca me hubiera arrancada a trabajar tan complicado estudio.
Dado que la biografía de este hijo célebre de Berja es bien conocida por la historiografía, prescindiré de hacer anotaciones a pie de página, por no parafrasear trabajos editados. Sólo introduciré aquellas notas introductorias que contextualicen al personaje en su entorno y estado vital, dejando que sean las magníficas obras que lo tratan las que hablen por sí solas a través del resumen que hacemos.
INTRODUCCIÓN
Este personaje nació en Berja, un municipio principal de la Baja Alpujarra que había dejado atrás hacía más de medio siglo la repoblación y se encontraba en pleno desarrollo. Cabeza de vicaría de del amplio espacio conformado por la Baja Alpujarra, este territorio era objeto de interés por parte de diferentes órdenes religiosas del arzobispado de Granada. Fueron numerosas las entradas de agustinos recoletos, trinitarios, mínimos de San Francisco de Paula, mercedarios, que llegaron a estas tierras a misionar, algo que se reflejaría perfectamente en las limosnas y mandas para sus conventos. Sin embargo eran, sin ningún género de dudas, los franciscanos quienes mayor presencia tenían, pues no en balde en la cercana villa de Ugíjar se encontraba un foco seráfico de hermanos menores observantes 1 El cenobio de Ugíjar fue el punto de referencia más inmediato que tuvo la feligresía virgitana para acercarse al modelo de vida propugnado por la observancia franciscana. Sin embargo para la gran mayoría de los alpujarreños esta actitud ante la vida venía corregida y mejorada por los postulados de los capuchinos, orden que también misionó en estas tierras desde su convento de Granada, en el barrio de San Ildefonso, cerca del Hospital Real 2 . En Berja se conocía bien su espiritualidad, toda vez que tenía que compartirse, sin más, sencillamente porque el modo de vida de un fraile capuchino poco podía diferir de la de un campesino pobre. Este era el caso de la familia formada por Juan Benavente y María Molina Antolinez, matrimonio que vivía de alternar el cultivo de unas pocas tierras que poseían con los jornales que arrancaban con su trabajo. Ambos pertenecían antaño a reconocidas familias repobladoras de la localidad de imbuido fervor religioso 3 . Sin embargo la humildad y sencillez de los capuchinos también era punto de admiración para las clases más pudientes de la localidad, probablemente porque la vida regular era un modelo de vida a imitar 4.
En este ambiente espiritual es donde el matrimonio Benavente Molina crió a sus seis hijos: Juan, Tomás, Francisco, Melchor, Jerónimo y Gertrudis. El tercero de los varones nació en 1629 y su propio nombre parece que lo predestinaba a ser franciscano: Francisco Benavente Molina, quien profesaría en la orden capuchina y adoptaría desde entonces el nombre en religión de fray Pedro de Berja. Sus padres eran pobres, como atestigua su testamento, fechado en 1658, documento histórico que nos ha permitido identificar al personaje. En este instrumento material, además de dejar los pocos bienes que tenían a sus hijos, los padres establecieron un buen número de misas por su muerte: el consabido novenario, las 33 de San Amador, 48 a San Vicente, un novenario a la Virgen del Carmen, 3 a Nuestro Señor en la Cruz, otras 3 a la Oración en el Huerto, al 3 al Pontífice, 3 a las Ánimas Benditas, un novenario por sus padres y hermanos, lógicamente 3 más a San Francisco, otras 3 a la Virgen del Rosario, 3 más al Santísimo Sacramento, 1 al Ángel de la Guarda y, por último, 1 misa más a Santa Ana. El capital que quedase después de pagar los oficios por su alma, así como a sus acreedores, sería para su progenie. Sobre sus hijos, hacen mención especial sobre dos de ellos, el fraile y el hermano menor que le seguía en edad, Melchor Benavente, y que se encontraba “en Las Indias” 5. Este último dato nos induce a pensar que muy probablemente este personaje emigraría a Venezuela al calor de su hermano, dato que aportamos para que investigaciones futuras hagan hincapié en el mismo.
Desconocemos el destino de su familia en Berja, pues de los hermanos que quedaron en esta población sólo tenemos referencias del hijo mayor, Juan Benavente Molina, que casó el 13 de septiembre de 1665 con María Castro González, también natural de la localidad 6.
VIDA Y OBRA DEL CAPUCHINO VIRGITANO
Francisco Benavente Molina debió profesar muy joven como sacerdote capuchino en el convento de Motril 7, desde donde asistió a diferentes casas de la orden hasta recalar en Cádiz. En aquella ciudad, conforme a la cédula real de mayo de 1657, lideró un grupo de cinco misioneros que partieron en el mes de junio a las Indias. A finales de agosto el grupo desembarcó en Cumaná (Venezuela), siguiendo rápidamente el plan de otras misiones capuchinas ya instaladas en la tierra. Entre sus primeras acciones de este eclesiástico estuvo la fundación de la población de Santa María de los Ángeles de Guácharo, primer asentamiento de capuchinos andaluces.
Tras un tiempo en el oriente venezolano, en 1661 fray Pedro de Berja se traslada a Caracas, en donde organizó una expedición a los Llanos, trabajando en el río El Pao, en donde estaría hasta 1669, año en el que pasó al río Tirgua, donde fundó San Francisco del Tirgua. En ese año fue nombrado Superior de todas las misiones Capuchinas de los Llanos, fecha que abre una actividad inusitada del fraile, pues por un decreto del 27 de agosto de 1676 estos religiosos tenían autorización para fundar pueblos españoles en las provincias de Caracas y Cumaná. Así, conforme a esta tarea, en 1677 fue autorizado por el gobernador para fundar San Carlos de Austria (1678). Esta ciudad es excepcional, pues se tomó como modelo fundacional, dada la calidad de la posesión de tierras, nombramiento de autoridades, creación de parroquia e instauración del trabajo de los indios.
A estas alturas de su vida este fraile era una de las figuras claves de la orden en tierras venezolanas, tanto que en 1678 es nombrado Superior General de las Misiones de Padres Capuchinos de la Provincia de Venezuela. Tras una intensa labor, en 1690 dejó el curato de la villa de San Carlos para continuar su labor misional, objetivo que se frenó por la oposición de otras ordenes -franciscanos, dominicos y jesuitas- ávidas por conseguir encomiendas de indios.
BIBLIOGRAFÍA
El resumen muy apresurado de la vida de fray Pedro de Berja se ha extraído de las siguientes obras que profundizan sobre su obra y vida:
* Carrocera, fray B. de: Misiones de los padres capuchinos: documentos del gobierno central de la unidad de la Rosa en la explotación, población…evangelización…de las antiguas provincias españolas hoy República de Venezuela… siglos XVII y XVIII y XVIII, dirigido por F. Rionegro, Pontevedra, 1929.Misión de los capuchinos en Cumaná, Caracas, 1958.
Misión de los capuchinos en los Llanos de Caracas, Caracas, 1972.
Misión de los capuchinos en Guayana, Caracas, 1979.
Lingüística indígenas venezolana y los misioneros capuchinos, Caracas, 1981.
* Matallana, fray B.: Labor de los padres capuchinos en la misión del Caroní, Caracas, 1945.
* Morón, G.: Breve historia de Venezuela, Madrid, 1979.
* Por Venezuela indígena de ayer y hoy: relatos de misioneros capuchinos en viaje por la Venezuela indígena, durante los siglos XVII, XVIII y XX, recopilación y notas de fray C. de Armellada, Alcalá de Henares, 1960.
* Rionegro, F. Mª. de (O.F.M.): Relaciones de las misiones de los PP. Capuchinos en las antiguas provincias españolas, hoy República de Venezuela, 1650-1817: documentos inéditos de los siglos XVII y XVIII, Sevilla, 1918.Orígenes de las misiones de los PP. Capuchinos en América: documentos, 1646-1692, Pontevedra, 1930.
* Rumazo González, A. y J. Carrillo Moreno: Personajes ilustres de Venezuela, Caracas, 1968; Relaciones históricas de las misiones de padres capuchinos de Venezuela (siglos XVII y XVIII).
Notas al pie
1 No hay trabajos específicos sobre esta casa seráfica, no así referencias sobre temas específicos, tanto a la arquitectura de su iglesia y convento, como al hospital que regentó la orden. Vid. M.L. López Muñoz, “La fundación del hospital del Divino Pastor de Ugíjar y su relación con el hospital de Jesús Nazareno de Córdoba”, Actas del Congreso Internacional Cristóbal de Santa Catalina y las cofradías de Jesús Nazareno, Córdoba, 1991, t. I, pp. 233-249 y J. Sánchez Real, “La arquitectura de La Alpujarra: un patrimonio poco conocido”, Actas de las I Jornadas de Patrimonio de la Alpujarra. Legado arquitectónico y turismo rural, Almería, 2000, pp. 61-98.
2 La orden de los franciscanos menores capuchinos se creó en 1525, segregándose del tronco de los hermanos menores observantes para volver a reivindicar los humildes comienzos en eremitorios y pequeños conventos. En 1528 recibieron de manos del papa Clemente VII la bula Religionis Zelus, por la cual nacía la orden. Entre otras cosas, se les concedió vestir el hábito marrón con capucho largo y piramidal y llevar barba, como signo de pobreza, sencillez y austeridad, además de las sandalias y el cordón característico de la orden seráfica. Así, para evitar contradicciones, rápidamente establecieron una legislación concreta en la que fijaron modelos concretos para sus iglesias, que debían ser "pequeñas, pobres y honestas (…), según la santísima pobreza”. Su apostolado caritativo y social les hizo penetrar rápidamente en las clases humildes, siendo conocidos como “frailes del pueblo”. Para el caso granadino no hay estudios de historia específicos, remitiendo al lector para mayor conocimiento de esta orden, a las publicaciones periódicas más conocidas de la misma: Monumenta Histórica; Biblioteca Seeraphica-Capucina y Colectanea Bibliographica Franciscana.
3 Los Benavente provenían de Medina de Río Seca, quienes se asentaron en la villa en la cabeza de Juan Benavente, posiblemente padre o abuelo del que aludimos con idéntico nombre. Los Molina eran originarios de Linares, donde se asentaron en cabeza de Gonzalo de Molina el viejo [V. Sánchez Ramos, “El origen de los repobladores de Berja (siglo XVI)”, Farua, 3 (2000), p. 64.]. Este último personaje –probablemente padre o abuelo de la aludida- se hizo famoso en la localidad por negociar con dos ermitaños la venta del Santuario de Ntra. Sra. de Gádor [V. Sánchez Ramos, María Santísima de Gádor. 400 años de historia mariana, Almería, 1994, p. 58].
4 De su aceptación en la localidad da cuenta, por ejemplo, la familia Marín, linaje que contó prácticamente en dos generaciones con tres miembros ordenados: fray José Marín y sus sobrinos carnales (hijos de su hermano Bartolomé Marín Villalobos), fray José de Berja y fray Nicolás de Berja. Vid. V. Sánchez Ramos, “Los Marín: de La Alpujarra a Almería”, Revista de Humanidades y Ciencias Sociales del I.E.A., 19 (2003-2004), p. 191 y 201.
5 Archivo Histórico Provincial de Almería, P-679, ff. 381r-382v.
6 Hija de Antón Castro de la Peña y de Quiteria González, ambos naturales y vecinos de Berja. Archivo de la Curia Eclesiástica de Granada, Expedientes Matrimoniales, Leg. 1681-C7 El convento de Motril fue erigido en 1641 y estuvo muy relacionado con el convento de Granada (fundadoen 1614). Vid. E. Chacón Cabello O.F.M.,"Fundaciones conventuales de la antigua provincia franciscano-capuchina de Andalucía",en los capuchinos y la Divina Pastora, Córdoba, 2004, p. 214.
En: http://www.berja.com/resumenhistorico/fraypedrodeberja/00000098fd1347801/index.htm
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